martes, 7 de junio de 2011

poema y demonio

Nueva visita a Teresitas Blues. (Aquí ahora tendría que copiar un retrato narrativo sobre la playa de Las Teresitas (antiguamente Traslarena) de nuestro amado líder, pero aún no sé copiar ni pegar, ni ponerme una foto en Babilú, la wed secreta, la wed del pueblo. de la gente, como dijo Agustín García Calvo en su alegato a los indignados de la plaza del Sol, defendiendo las asambleas, odiadas por Víctor, que hoy estaba de gira y aprovechamos para ensallar la toma del poder.) Ayer lunes. Visita rutinaria y voluntaria al Monterrey.
Hablar con el gomero Fernin, barman artista en la atención a un abanico de clientes, negros, colorados y mestizos. Y aguantar a un Chani amulado porque el menda no le presta la debida atención. Mejor, así hablo más tranquilo con Beba.
Carmita no está. Menos mal. Ya me tiene loco con que le busque el poema. Un poema que le escribí, una transformación artesanal de la oratoria de una etiqueta de licor. Ese poemilla creo que lo perdí, casi estoy seguro, en una de mis puestas en orden de las cosas de todos los días. Un amante del orden con una tendencia fuerte hacia el desorden. Ordenar las cosas es como ordenar la propia mente. Poner la carta El Juicio sobre El Loco. Encauzar la energía, hacerla productiva y sensata. Si voy a ser parte de una asociación secreta, necesito sujetar el orden y el concierto. El orden es Limpieza y el concierto Sabiduría. Dos habitaciones del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Una escritura limpia y sabia, eso es lo que quiero. Se acabó el chauvinismo canario (la soberbia de los vasallos) y las pancartas, por lo menos las poco ingeniosas.
Intento construir un nuevo poema, para contentar a Carmita, lo enmarque y se mire en ese espejo.

Quién mordiera tu cuello de garza
y bebiera el vino de tus venas,
quién, como el invierno desnuda
las ramas, viera tu huerto
una de estas noches de las veinte lunas.

Quizá, mejorándolo un poco, midiendo la música y el número, pudiera valer, y tal vez quedaría encantada y mañana, en lugar de enfadada como una cochina, me invitase a un Aldea.
Pero hoy no fui por San Andrés.

El interruptor de la luz, mejor que nuevo. Una obra de arte. Neo, el electricista, me dijo que le pusiese yeso al cajetín y comprase la placa del interruptor y un enchufe Shucko caja redonda. Los entendidos me desaconsejan el aguaplás. Deben de tener razón. Sin embargo, el yeso es un material que no me convence, ni en las casas ni en la nieve. Y comprarlo menos. En fin, mientras decido, tengo en el patio una obra de arte, blanco virginal de la cinta adhesiva en los cables, haciendo juego con el blanco satén que le estoy dando a la barandilla de la escalera del patio. Más me preocupa tener que decirle al vecino que el agua viene de su lado. No creo que le haga gracia, ni a mí tampoco. No me gusta molestar. Hay que ser valiente para pedir justicia sin parecer que estás pidiendo un favor.
Un favor les hicimos hoy a la silla del poder en la radio. Se la quité a Víctor Roncero. Aprovechamos que estaba de gira. Volverá, seguro que con impulsos para recuperar la plaza perdida. Y yo no quiero molestar. Menos a un amigo. Rey por un día, seguramente. No sé si tengo porvenir.
Y después Atlantic City, y después cine Price, donde vimos a Balbina.
--A mí me gustan los actores que no parezcan actores --me dijo Balbina--... ¿Cómo se llama él? --inquirió, sin quitarle el ojo a Ramón, yo sentado en medio.
--Ramón --dije.
Ella río, y dijo que le estaba tomando el pelo.
--No me mientas, Jesús. No se llama Ramón.
--Cuervo. Se llama Cuervo...
--Mira que eres --se moría de risa.
--Cuervo, díle cómo te llamas...
Me pasa siempre. Hablo en broma y se me echan a llorar. Hablo en serio, y hago reír, por algo tengo un arroyuelo judío en las venas, que seguramente me viene de Lanzarote, tierra que mi superstición no me deja visitar. Sólo sé que si algún día siento que la muerte se aproxima con su paso impecable, creo que viajaré a Lanzarote, pero no me agrada precipitar el viaje.

En la superstición nipona --ya que Ramón habla de Japón, y me lo recordó-- me dijeron que cuando invitas a alguien a comer o le haces un regalo, le pides disculpas por la poquedad o el mal sabor de la comida. Lo hacen porque cuando el Diablo escucha algo bueno, acude enseguida a joderla.
El que tengo en casa, el diablo burlón, por la mañana me dejó el portátil mudo. Vino Ramón por la noche y se hizo la luz en la pantalla. ¿Qué me querrá decir ese demonio?

4 comentarios:

el escritor escondido dijo...

Amado líder sobre las Teresitas:

"En primer término, los accesos son dignos de cualquier república bananera sudamericana. Desde la avenida de Anaga santacrucera hasta la entrada, el vehículo sufre una carretera con más bultos que la frente de un niño chico. Y una vez allí, uno es recibido a la entrada o despedido a la salida, según se mire, por un cementerio tosco pero igualmente santo. Las malvas y cipreses comunes se sustituyen por un par de palmeras que apenas alcanzan para dar sombra a dos o tres túmulos. Posiblemente a los de más posibles, como ha sido toda la vida.

Una vez dentro, uno se estampa contra algo que trató de erigirse un proyecto arquitectónico de primera magnitud con parking, cafeterías, y hasta un hotel. La faraónica obra ha devenido en el "mamotreto", nombre por el que se le conoce en Santa Cruz. Faltan unos 300.000 euros para demolerlo. Pero la obra pública en esta ciudad es algo desconocido desde hace lustros. Por tanto, larga vida le espera al hermano adoptivo del Castillo de San Andrés, pues sólo falta que sustituyan el actual cartel de la constructora y las vallas metálicas por otras de madera para su mayoría de edad, arquitectónicamente hablando.

Los tres chiringuitos que salpican la playa son auténticos abrevaderos de Beirut, de cuando el Líbano tenía frente. Las chapas y la uralita se entremezclan sin ton ni son. Hay mesas en el interior, donde un oscuro suelo de cerámica barata aguanta como puede el paso del tiempo. La carta se reduce a bocadillos retratados y aumentados un treinta por ciento, aunque de vez en cuando se cuela una ensaladilla rancia o un pulpo de izquierdas, o sea, rojo. Esos bares que no conocieron aparejador ni delineante alguno en su ejecución, dan cobijo permanente a los pocos lugareños que no llevan el bocadillo puesto, como yo. Y su internacionalidad les viene dada por las banderas española, canaria y hasta cubana que coronan su tristísima azotea. A qué espera el Ayuntamiento de Santa Cruz para dotar a estos lugares comunes de diseño cúbico, piedra y cristal, aire acondicionado, y baños como Dios manda. La paciencia de sus dueños y la fidelidad de su clientela lo merecen.

Saliendo del chiringuito, y antes de llegar a la orilla, han puesto decenas de hamacas. Por tan sólo 2,5 euros uno puede tomar el sol sin quemarse el culo y leer algo de paso, evitando no sólo el cáncer de piel sino ayudando a las pocas neuronas sanas que nos van quedando. Además, con ello ayudamos a conservar los tres puestos de trabajo creados por el concesionario, cuyo nombre es un misterio porque no dan tiquets. Con la palabra del hamaquero basta. Y eso me gusta. Basta ya de pagar todo a base de billetes de 50 euros, una fortuna en los tiempos que corren. Ya lo dijo el clásico: lo bueno, si barato, dos veces bueno."

Ramón Herar dijo...

El cuervo es amigo del demonio, y como tal, depués del matusalén invitado, abogué anoche para que te dejara la pantallita en paz, ja ja. Pero por lo mismo, también te digo que después de lo de 'cuello de garza' no paré de reir hasta el final de esta entrada. Uf, esto debe ser malo pa la salú.
Por dios, acuérdate de aquello de literatura y realidad.

campanilla dijo...

No puedo estar más de acuerdo con el cuervo, a mi también me dio un ataque de risa al leer lo del cuello de garza, jajaja. En fin, no seamos tan malos que con esa mentirijilla se le hace feliz a la muchacha.

Jesús Castellano dijo...

Imposible acceder a la posibilidad de una nueva entrada. Disculpen las molestias. No sé cuándo se solucionará el problema.
Hoy la mención a una llave me libró de volver a pasar las noches en ex pueblo marinero. Ahora necesito alguien que tenga las llaves del arreglo para entrar en las entradas. A lo mejor me dedico a asuntos más secretos, y sí, voy todas las noches a Teresitas, a redescubrir Las Teresitas de noche, la otra cara del relato de José Antonio Manzano. Mientras tantos, el sábado se ponen en marcha los escritores en una zona de no escritores, y a las ocho el lunes, cita en la cumbre en la plaza ...