domingo, 26 de junio de 2011

segunda...

"Desafiante, lugar de lucha y envite, transgresión aplastante", como dice José María Lizundia, y si ustedes quieren, también "irritado, indecente, violento, grosero", como dice Pedro Juan Gutiérrez. Así es como debe ser el narrador que cada uno de ustedes contrate para hacer el trabajo. No me imiten, no sigan mi ejemplo. Me he puesto a dar estas clases, no por los billetes que este colegio desvía a mis bolsillos, sino porque mi egolatría impidió que el narrador pusiera en su sitio al autor, es decir, difuninado en un plano muy al fondo. Como saben, el sobrín, personaje inquieto por no verse en esta Flor y Mierda, con tal de volver a estas páginas montó el número de apedrear a Magdalena, en la plazoleta de San Andrés el martes pasado. El autor ordenó que no se hablase mas de él, borrar su memoria, como hacían los emperadores. Amenacé al narrador con despedirlo si escribía una línea narrativa más sobre ese actante. El narrador no pudo resistir mi orden y se puso poeta para obedecer sin obedecer. Lo despedí. Ya ni siquiera podrá narrar lo que le aconteció a mi cuñado (otro persoje que odia el olvido) la noche de San Juan. Convirtió mi insulto retórico --pollaboba-- en un rasgo real y relevante de su inteligencia. Lanzó un cacharro de fleep al fuego y la explosión le quemó la cara. "Tiene ahora la cara que da miedo, las cejas quemadas, los labios desfigurados. Estuvieron toda la noche en la Residencia. Lo llevaron en ambulancia. Tu hermana lo acompañó y cuando lo miraba a la cara, no podía contener la risa", dijo mi padre, ahora ubicado en La Colina, en el barrio de Salamanca, donde vivió media vida. En fin, les prohíbo que menten en sus ejercicios a mi cuñado, hermana y sobrinu. Y usted, señorita, Evelyn, por lo pronto déjese de escote y de faldas cortas. Aquí no estamos para visiones poéticas. Ya llegará la ocasión, cuando encuentre a su narrador, en que podrá usted mostrar todas las capacidades de su coquetería. Por lo pronto, déjese de insinuaciones. No desvíe la atención de estas enseñanzas. Recuerde que estamos en un curso de prosa. Hasta mañana.

1 comentario:

José María Lizundia Zamalloa dijo...

muy bueno y no por el arranque, que no me aflige. Todo resulta incesante.