sábado, 13 de octubre de 2012

¿Se puede?

--No escribas de eso, escribe de tus cosas, no de las mías --me dice H.
No he llegado aún al límite de desapego en que no necesite a la gente, y saber que todo afecto es un lastre, de madre, novia, hermana o amigo. Esas cosas y personas que nos rodean. De lo único que vale la pena hablar. Por fortuna, carezco de jefe, así que por lo menos puedo hablar de pólitica y, si quiero, de pornografía en la red, curas y monjas. Pero prefiero dejar a la Iglesia tranquila. Tendría que contar lo que me contó H. Por educación cristiana no lo cuento. No enjuicies y no serás enjuiciado.
Hablaré de literatura. La agenda de Verónica (de Candelaria Quintero), novela de amor, como Cincuenta sombras (E. L. James) pero escrita en esta isla hace ya más de una década. El amor, ese veneno que hace al fuerte perder el rayo de su brazo, es el tema principal de casi toda novela, incluso de las novelas de amor. Sólo hay muy pocas novelas grandes donde no hay amor. Entre ellas, La ballena blanca, El Castillo y Cucarachas con Chanel. La novela de Dr R (JRamallo), aunque Carmen defiende más Ensalada de Canónigos, marca una frontera como en su día Crimen (Agustín Espinosa). Puedes o no leer La agenda de Véronica o El sueño de Goslar (Javier Hernández), de más reciente publicación, pero si no has leído Cucarachas con Chanel, hablemos de fútbol y no nos enfadamos. Otra novela de la narrativa canaria que me interesa es Idolos de bruma (Roberto Cabrera), en la primera edición. Su mundo es el mío, y él lo supo narrar. No es una novela estrictamente de amor pero hay amor.
  
Bueno, esto ha sido una manera como otra cualquiera de abrir de nuevo esta cosa. Porque cada vez que entro en el bosque quemado blog, recuerdo El ángel exterminador, con la que el Generador comenzó un ciclo, Buñuel en México, con una proyección todos los jueves. Es como si Cuervo Herar se hubiese quedado enjaulado en ese cuadro de Hopper tan triste, tan en las antípodas de Anastasia Steele en Cincuenta sombras. Y Zoo punto cero blog también amenaza con desaparecer. Parece una plaga. Incapacidad para seguir moviéndonos, para salir del recinto del silencio. Por eso, decidí venir de nuevo a estas luminotecnias, hoy escritas en el ordenador de la casa de Clara, que de vez en cuando sigue llamándome para que coma en su casa, a pesar de que suelo dar gracias a Alá. Sé que Clara me quiere. Gracias a Dios.