lunes, 1 de abril de 2013

como siempre...

Tocarnos más o tocarnos menos. Depende. Hay quien no quiere tocarnos y lloramos que no nos toque, y los hay que se empeñan en toquetiar y nos repugna que nos toquen. Lo mismo de uno hacia los demás. Saber a quien podemos tocar y a quien no debemos ni arrimarnos, es el principio de la ciencia diplomática.
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Los animales se mueven. Incluyen el acto enigma 7. Negros gratis. Tuning de una negra. Permanezca atento a la pantalla.
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El pintor asesino se lo dejé a una negra a ver si aprende el oficio. Negra con el poder de dejar algo mediano en algo bastante más elevado. Una novela hundida hacerla flotar. La transformación del carbón en diamante. Ese es el trabajo del negro. O por lo menos apuntalar el proceso. A mí negra la apunté en la Academia Chitoski. Le enseño el oficio.

Anoche, después de salir de la peli del TEA (me gustó, va de una chica nazi que apalea, con nocturnidad y alevosía, a un jardinero judío y luego se hace su amigo, a la vez que cuida al padre, al padre del judío y a otros tres viejos más, a cual más amargado hasta que llega ella y los pone a bailar. Película de bajo presupuesto, difusión gratis y espléndida dirección y actores) otra chica, sin pinta de nazi, me pide un cigarro en la parada del tranvía en la plaza Weyler.
--¿Qué edad tienes?
--18. Los acabo de cumplir en febrero.
Le doy el cigarro, fuego y conversación. Subimos juntos hasta la Cruz del Señor.
--Encantada.
--Encantado.
No despedimos con el calor que da la comunicación afectiva. Un pajarito me contó que una amiga me ha perdido afecto por culpa de unas fotos. Un malentedido, humorístico si no lo sufriera uno. Supongo que hay que hablar. Hablando a veces se entiende la gente.
Encantado con los ecos de la charla en el tranvía, asciendo hasta lo alto del Parque Las Indias, doblo a la derecha y llego al bar de Nally. Animada concurrencia. Rosa con la matraquilla del Euforia y Nally animándome a jugar a un caballo. El 2, le digo. Gana el 2. Otra chica, morena, delgada, con unos ojos negros muy bonitos pega la hebra.
--Soy lesbiana --comienza.
Subimos a la plaza enfrente del bar. Nos sentamos en un banco. Me contó su vida. El resto de la noche escribí lo que me contó.

Y este martes, en La Puerta con María Teresa de Vega y su novela Merodeadores de orilla. Rdio Unión Tenerife. Como siempre, a las seis en punto de la tarde.

 

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