viernes, 5 de septiembre de 2014

la regenta...

Me lleva mi amiga a Icod. Se me cae el alma a los pies. Esa autopista, anillo insular, es otra banderilla criminal sobre la isla. Hace juego con los horribles postes eólicos, asesinos de la paz visual vestidos de limpio. La energía limpia. Una mierda energía limpia. Estamos contaminados de ondas sucias. Los móviles y los ordenadores son el pogreso contaminante. No hay vuelta atrás. Adiós, amable sombra del almendro. 
Yo sigo ahora con La Regenta, con el Magistral (un clon casi de Vicente Chinea en Una travesía a través del infierno).  
En Icod encontré un tomo de La Regenta completa. La novela completa. Primero aparece el seboso pervertido, Celedonio con trece años, que reaparece al final. "Celedonio se movía como hembra desfachatada, sirena de cuartel." Está en el campanario con otro más desgraciado que él, pero que sabe huir de los poderosos, no encontrárselos delante. A la llamada de la campana, acuden "los muy venerables canónigos, cabildo catedral de preeminentes calidades y privilegios". Entre otros, el Magistral. Un metrosexual. Un hombre que mide las apariencias. 
Critiqué a Clarín su ausencia de habla del pueblo llano. El que se hacina en torno a las casas de los aristócratas. El desenlace de la parte II no hubiese ocurrido sin la criada Petra y sus ligas rojas, regalo de la señora Ana Ozores cuando se dejaba querer por don Álvaro, el donjuán de vía estrecha en esta película. 
Clarín comienza a organizar el putiferio Vetusta, un Santa Pus del norte en la Restauración. Con su iglesia catedral marcando las horas, "canto romántico de piedra".
Y el papa, según el pillastre sin amo ni Iglesia, y según Clarín, es un tipo que va en un carruaje rodeado de curas que le van espantando las moscas con los paraguas. 
Clarín ha introducido los objetos de fuerza que van a marcar la novela. El badajo de la campana y el paraguas. ¿Hace falta acudir a Freud? El catalejo del Magistral y las armas de fuego que aparecen en la parte II, son sucedáneos del badajo y el paraguas. 
Es Celedonio quien presenta la primera aparición de Ana Ozores, leyendo un libro en el jardín de su casa noble. 
Y poco después la oímos en un comentario sobre el ilustradillo Bermúdez que va de noche a mirar oscuridades y de día enseña cuadros que no se ven. 
--No sé cómo ese don Saturno puede saber tanto; parece un mentecato.
--

La lenguas del pueblo inventan donde no hay. Convierte cualquier sentimiento noble en una cagada, quizá porque los nobles --dijo un poeta-- ya no existen o están en cualquier parte. 
Clarín, es conjetura, quiso hacer una novela de humor, como la que hizo aquí Alonso Quesada con un amigo periodista. Pero a Leopoldo Alas, Clarín, se le atravesó Poe y el opio. Poe es un constructor de catalejos. Y el opio no admite el engaño. Detrás de la risa viene el crujir de dientes. La palabra puede matar. Ojo.   

* Hoy Andrés Chaves, en la última página, con la firma Roger, done describe esta ciudad, cita a Venanceo. Él escribe Evenanceo. No lo discuto. Habla de una enamorada, Lorenza. Y recuerda dos versos.

3 comentarios:

campanilla dijo...

En Navarra somos pioneros en parques eólicos y en fabricación de sus molinos, por lo cual, tenemos unos cuantos, y con molinos de altura muy superior a los de Canarias.
También Navarra por su situación geógráfica, es paso obligado de muchas especies de aves migratorias que vienen del norte de Europa hacia tierras cálidas del sur y de Africa.
¿Qué pasa con las aves y los molinos? pues que hay una diezma importantísima en cada migración, pero de eso no se habla, sin contar la diezma en especies del lugar, como por ejemplo buitres...
Son auténticas guillotinas para las aves.
Nos la venden como energía limpia y ¿ecológica? menuda ecología.
Lo mismo que las ondas envenenadas que tenemos por el aire, y que según estudios realizados, han quintuplicado el cáncer, sobre todo en personas que viven cerca de antenas para los móviles, etc. pero quién está dispuesto ahora a volver al pasado y a dejar sus móviles, por ejemplo?
El progreso mata por tierra mar y aire.
En fin, como sueles decir tú, ¡hay que vida esta! Saludos.

campanilla dijo...

Perdón por el lapsus, quería poner ¡Ay que vida esta!, no Hay.arggg.

Jesús Castellano dijo...

Bueno, no desesperar...