domingo, 24 de enero de 2016

invitación al espectáculo

Día 30
Calle La Marina
Equipo Para
21:00
alma Soy un animal

Pepe y Chito y Gonzalo y tú



Catulo obsesionado
con el culo de Lesbia,
Juan Cabrón arribista,
rico, corrupto y currador,
y viejo Pepe junto al lienzo
será la fuerza mayor.
Este romance lo escribo
pa celebrar la ocasión.

Si no se le quitan bailando
los dolores a la tabernera
déjala que se aburra
se aburra y se apena
o que vaya a Juan Cabrón
y al Catulo de Lesbia
y se alegre la bella
pintando en blanco
con negro carbón.

Pepe abre la puerta
de la incógnita mansión;
baila la bella
con el feo bufón,
feo elegante
y prendado de amor.

El mundo se acaba,
el diablo se enfada,
la carne está tierna,
cruda y sangrada.
Venid veganas,
venid carnívoras
al Equipo Para
el día de Martina,
hay zanahorias
mezcladas con guindas,
mejunje de magia
levanta la pinga,
ensancha las válvulas
de Agulo hasta Hermigua,
y pa las voraces
fieras carnívoras
hay un cochino
negro marfil...
yo sé quién es.
Hay elixir
que hace sentir
y decir:

Estas son las coplas
de la tierra mía,
yo me voy pabajo,
calle La Marina

1 comentario:

Jesús Castellano dijo...

Pepe
ya te conté ayer la segunda clase de teatro con el maestro Tacoronte. El teatro fue mi gran vocación hasta que perdí los papeles en la vida --a todos nos llega un tiempo en que perdemos los papeles y nos vemos negros--. Ahora que tengo edad de buscar empleo, tengo claro lo que quiero hacer en la vida: Actor cómico. Con el ceceo y ahora con escape de aire por ausencia dental, no puedo aspirar al papel dramático como el que hice en la película que tú dirigiste y quedó escondida.
Además estoy preparado pal reto. Cuando los demás se reían de uno y uno se lo tomaba como una falta de respeto, como en el cuento del tigre y el jabalí, el dominio era absolutamente de los demás. Pero de pronto los humanos dan risa. Y te ríes dellos. Y ellos se ríen de ti.
Ayer tuve la suerte de que el maestro Tacoronte me sacase al escenario. Al que estaba arriba le decía que tenía que susurrar y el compañero de clase protestó porque no le parecía correcto susurrar, y me tocó a mi subir y gritar mi papel. La risa del público me recordó la del cuartel, la de todos los demás reclutas, yo era el soldado 166...
--¿por qué se ríen estos cabrones? --me preguntaba yo.
Hasta que distinguí, con las clases de don Lorenzo los sonido z y s, y s peninsular y s canaria con las clases de Ramón Trujillo, que está ahora en Perú aprendiendo italiano para leer a Dante en original.
¿Y por qué te cuento esto?
En fin, la obra sigue.
El combate sigue.

¿Miedo escénico? Los animales no tenemos miedo escénico. Cautela y elegancia sí, miedo nunca. Ni siquiera miedo a perder la hembra que más queremos. Así está la cosa.
En Ibrahim de lo menos que se habla ahora es de política, y Ibra me pide disculpas cada vez que habla de Las Palmas.
Menos yo y Carlos Navarro y Suso el gordo que pone el periódico debajo del plato cuando come, casi todos los demás hojean la prensa y la dejan de lado enseguida.
Este Carlos Navarro me llama todos los días por un nombre diferente. Es un artista. No sé quién soy hasta que llego a chez Ibrahim y Carlos saluda con mi nombre del día. Hoy me llamó Jesús. Qué cosas.