sábado, 3 de mayo de 2025

novelas ejemplares

 Hablo con  Marcelino. Rezamos el rosario a dúo. Yo no puedo ir a Tacoronte y él no puede venir a La Maldad. El que puede venir pero no va a venir es Ramón. Que yo lo hubiese puesto aquí de poco democrático, de necesidad de que a su mente se una el desapego, y si tiene que elegir al más feo, pues al más feo es al que hay que elegir y sacarlo a bailar. Seguramente en otro tiempo le fastidió que un ex admirado lo quisiese adoptar de bufón, como Crusoe a Viernes, algo así. A nadie le agrada que lo traten rebajándolo. La dialéctica Crusoe/Viernes o Byron/Polidoro.

De La gesta, el hilo que tengo más nublado en la cabeza es el que protagonizan los niños Ramón y Chito.

Podía darle el autor continuación a las andanzas de esos dos niños, el cojo y el sibarita, ya restablecida la paz en Santa Cruz, ya idos al mar la bella y la bestia. Con los cañones callados. Curiosidad por saber la relación con Hansel y Gretel en esas dos criaturas royescas. Más encajes de bolillos habría que hacer para emparentar La gesta con Fetasa.  Ramón es el héroe de Fetasa. Un héroe que cuando llega a su gloria, las Parcas le dicen que todo fue una equivocación y que tiene que volver al mundo real. El que seguramente volvió al mundo real fue el furriel (?) del 25 de julio cuando los ingleses se fueron y los franceses se llevaron el opio. De ser un recadero adiestrado, se hizo poeta; pero en vano, la bella costurera prefirió la poesía de la bestia. 

Otra cosa. Leo a Martín en su Café Arcadia de hoy, sobre un libro de uno que fue muy amigo de Borges: Primer cuaderno Borges (Roberto Alifano), y que hace que al crítico de Oviedo, al admirador de Borges, se le caiga el alma a los pies:

--Menos mal que yo no soporto a los negros ...

--Y de los negros de EE.UU. ¿usted que opina; Borges?

--No me gustan para nada. Son pendencieros. ... Viven en los guetos donde los blancos no pueden estar, en cambio los negros sí pueden entrar en los barrios blancos y los blancos tienen que respetarlos.

--Ahí disiento con usted, Borges. Recuerdo a un pobre negro que intentó entrar en un club nocturno y un grupo de blancos le pegaron una paliza.

--... Todos negros --dice Borges, y añade con una sonrisa--: Negros de mierda, por supuesto.

Parece mentira.




Ya estoy mejor de la rodilla, pero poco. Poco a poco.


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