martes, 15 de junio de 2010

Y hoy aún más

Por la mañana Hospital Universitario de La Candelaria. mi padre me despertó temprano. Poner la cafetera al fuego, decirle a Thor que se fuera pa la azotea. Arrancar el coche y rumbo al hospital de los cojones amargos. Recogemos a mi hermana en el barrio La Salud. En el hospital lo clásico, gente que se muere y se va de este mundo. Otros se empeñan en quedarse. Urgencias. La doctora de cabecera hizo volante para llevarlo a Urgencias. Lo dejo con mi hermana. Voy a aparcar el coche. Un apacacoches digno de Javier Hernández, pronto saldrá su libro. Me coy a leer el periódico. El columnisrta Andrés Chavez sigue siendo de los míos. Llama Juana. Me quitan el periódico, el diario que cada día me convence que ser independentista es del género bobo, pues si aquí se logra la independencia, a mí va a ser el primero que metan en la cárcel, y no por violencia de género, Dios me libre. Diógenes Laercio hace llevadero la estancia en Urgencias. Habla de Tales de Miletos. Bonito sabio, si señor. Un no sabio, amarrado a una... mi madre, no me acuerdo cómo se llama... ah sí, cama camilla, grita:
--¡Llamen a la policía! ¡Socorro, que me estoy asfixiando! ¡que me quiten las esposas! ¡Socorro! ¡socorro!, llamen a la policía...
La policía llega, a aflojarle las esposas.
--¡Estos son falsos policías! ¡Quiero que venga la Guardia Civil!
Cuatro horas más tarde estoy en San Andrés, comiendo un bacalao a la portuguesa con Charlín y Ramón Herar en la muralla. Y luego vamos al Monterrey. Vemos a Orlando. Le pido el portátil para ver el correo.
--Tú no eres poeta... --grita, y lanza Llorad las damas contra la máquina tragaperras.
No, no soy poeta, ni él tampoco. Esa es nuestra desgracia. Pretendemos a la poesía, pero como tantos otros aquí en Canary Island, nos acercamos pero no llegamos. Fernandito tampoco llega, está cabreado con la madre. Y luego Radio Tijuana. Ya lo cuenta Lizundia en su blog. A mí, lo siento, pero si Charlín piensa repetir lo de aburrir a las piedras, pues no, y si le gusta el pintor asesino, pos muy bien pero que cambie de onda en la radio y se deje de repetir lo bueno que es lo bueno y lo malo que es lo malo. Así no, gallego. Pero yo soy el director, el de la batuta, así que parte de culpa, etc.
En bar Castillo juego con Fufo a la máquina Tijuana. Ganamos. Estupendo. Esta noche puedo beber. En la plazoleta, veo a Itobal. se le quemó el ordenador. Me deja la pantalla. No las tenía conmigo, pero funciona. El mundo funciona.
Mañana juega España. Me gustaría ver a Anghel por el ojo de la cerradura, pero seguramente estaré en urgencias. Y en el próximo programa, tema inicial: DIOS.

1 comentario:

Jesús Castellano dijo...

Es preferible la crítica al elogio. Quien te critica (insulta, agravia, injuria, desdeña, etc.), si no eres un patán engreído, no te compromete a nada. En cambio, quien te elogia, si aceptas el elogio, te compromete a amoldarte a las celestiales notas, te acorta la libertad de dejar de lado la tiranía de la virtud, el sambebito que te han puesto. Eso si el elogio es sincero. Que en no pocas ocasiones, como dijo el filósofo, forma parte de una sutil venganza, o en otros casos, caso de la fábula de la zorra y el cuervo, un modo de timar a los incautos.