sábado, 11 de diciembre de 2010

·no escribir más" (Gil de Biedma)

El papel aguanta todo lo que le pongan, recordaba Antonio Bermejo. El escritor debería escribir como si lo hiciera sobre una piedra. Sin palabras de más, sin sílabas de menos. Sé por qué digo esto, pero prefiero callar. En boca cerrada no entran poetas mediocres. Perjuros encoñados. Tumbas sobre las que escupir. Gloria de vacuidades en las alturas. Ciudad del frío.

2 comentarios:

Ramón Herar dijo...

Ahora que yo también estoy sentado, te diré que no era un mercedes sino un audi. El audi que me prestó Adrián el Gato. Para ir al sur nunca podríamos haber elegido mejor opción. Un coche, un camino y unos amigos de correrías; el tiempo perfecto para roronear la noche bajo prédicas de amares y países. Una noche demasiado clara para un salmorejo, pero estoy contigo, extraño lugar ese donde los pejes terminan tan lejos de la mar. Demasiadas referencias al Caribe entre esos muros y teas de vieja sabiduría. Pero la combinación funcionó bien al fin, entre los espasmos del limpio frío de la cumbre dejándose querer por aquellas calles del Capitán.

Jesús Castellano dijo...

Y menos mal que nadie estaba contra el gusto hegemónico. Por lo demás, me faltó nombrar a una pintora que me agrada bastante, pero entonces no hubiera hablado de otra cosa. El miércoles en Icod, con suerte, veré otra vez su obra.