sábado, 29 de octubre de 2011

pelea en Jardín Paraíso

Encontré un cuaderno de 1982. Me refresco de la enconada discusión esta noche con mi amigo y controvertido colega Charlín, a punto de irrumpir en público (cuál trovador medieval, luminoso) con una novela rompedora, con portada del Cuervo que aclara muchos enigmas. Las cosas en su sitio. Los corazones de cochino en los frascos de cristal y la dama de blanco corriendo hacia otra luz. Esa es la portada. Del libro de Charlín, que no sé si después de esta noche llamará al editor para que donde ponía pedro ponga diego, sólo sé que cuando salga lo voy a devorar, se lo voy a cambiar y lo voy a joder. Si es que me quedan fuerzas para machangadas. No sé quién de Borges escribió el Quijote. A mí, como me enfade, reescribo la ansiada novela de mi amigo enemigo Charlín, en cuanto esté en mis manos con un lapiz la machaco.
En fin, lo único que faltó fue una buena pelea a puñetazos. Salió fullido. "Maldito de pacotillas", dijo, y eso es verdad. Me callé la boca.
--Tú con la pelea que tuviste con L, y ahora estás enamorado de L.
--No soy enamorado, porque todavía no soy tan maricón como tú.
Discutiendo de Murakami, los dos Murakamis, y no sé qué otros autores y Celine. Ya ahí empezamos a discutir en serio. Quienes achacan antijudaísmo a Celine, no saben nada. Su desgracia fue ser acusado por gente que tenía más vergüenzas que ocultar que él.
De todos modos, admiro en Charlín su tozudez de gallego cerrado, de meigas poseído. A él, le dedico este poema esta noche:

Quién pudiera ser ese niño en sus brazos
volver a la edad de la ternura
cuando el mundo era hondo e insondable
como palomas que rozan el aroma de las flores.

S/C. 1982

2 comentarios:

el escritor escondido dijo...

Esto cada vez tiene mas pinta de Hemingway y su circulo de amigos de Paris, o del Pris.

Jesús Castellano dijo...

Bien haces en estar escondido. Como salgas a la luz, ni te cuento. Ya el otro día, Víctor me preguntó si estaba enamorado de ti (por lo del cuadro), pero lo preguntó con música de wagner, y eso se agradece. Pero este afirmó con música de cloacas que estaba enamorado de Lizundia. Como siga así, en lugar de un equipo de abogados, voy a tener un harén. Lo que me faltaba. A ver si salgo del marasmo mental (¿estaré o no estaré enamorado?). En fin, te recomiendo la novela en ciernes de nuestro corredor de fondo Antonio Gómez Charlín.