domingo, 14 de julio de 2013

palomas y autores

Conocí de vista a la mujer que le da de comer a las palomas. Esparció arroz junto a un parterre de La Rambla y más de ochenta bichos bajaron del cielo y se arremolinaron a comer. De mucha comida, canaria, es la novela que terminé anoche. Dejé a un lado los cuentos de Chaucer (donde lo culto y lo popular sólo se dan la mano porque sin educación el vivir es una jaqueca) y me puse a leer esa novela de mucha comida. No hace falta cocinar nada. Te alimenta la novela. ¿Autor o autora? Uno más que le ha visto a eso de escribir un gusto del que carecen en su sociedad buena, culinaria canaria y protectora de los buenos y justiciera con los malos. Novela en blanco satén, en contraste casi fraternal con las negro criminales prefabricadas. No sé. Los mentirosos van al cielo. Habrá qué aprender el oficio.
¿Y Las palomas?
Un ciudadano, con acento peninsular, pasó por allí y, si es por él, a la señora de marras la encierra en un manicomio o mejor le corta la cabeza. Ramón, al otro lado del banco donde estábamos sentados, le daba la razón al peninsular. Las palomas: ratas voladoras.
A mí no me molestan las palomas. La señora las engorda y el Ayuntamiento las mata. Me molestaba la diatriba del anti paloma. La señora, ni fu ni fa. Como si le da por alimentar a las ratas de alcantarilla, que dicen por ahí que también.

Sigo con las podas. Poda, poda, maldito. Un relato de un autor local (no el autor o autora de la novelita que terminé anoche, por fin, sino otro, otro autor). El relato es el mismo, pero no es el mismo. Y lo mismo con un poeta canario, o que va de poeta. En este caso, el resultado no tiene ninguna semejanza con el original.
Los jardines cambian, los hogares crían goteras, las cárceles se estrechan y los laberintos... Los laberintos de espejos, los laberintos de Poeta hermafrodita. ¿Lo demás? Lo demás es otro charlatán y sus mentiras de la vida es un tango, y bla bla bla.

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