martes, 30 de julio de 2013

Será liberado el preso. Cucarachas con Chanel (3)

Santa Pus es el personaje central, el corazón humano de la novela. Gabriel es un observador, mantiene las distancias; no tiene el dramatismo del Cónsul en la novela de Lowry. El Cónsul se confunde con Cuernavaca, donde está la torre, donde está El Farolito, donde está la barraca. Su amor auténtico es lo que le rodea. El que tiene por Ivonne ya está enfermo, herido de muerte, quizá perdonado pero no olvidado. Gabriel en cambio está en guerra. Cucarachas es una novela épica, no dramática como El Volcán. El Cónsul ya ha perdido la guerra desde el inicio. Y lo que le queda, como en el verso de Machado, es sus entrañas, que son las entrañas de México.

*

Un libro está en órbita hasta que un lector se posa en él. Entonces el libro pasa a ser centro del universo. ¿Según Tolomeo? Entonces todo lo demás es lo que queda en órbita. La escritura y la vida. El espacio y el tiempo.

En teoría literaria (lo poco que me acuerdo de esta ciencia) soy de la propuesta inmanente. Una obra se sustenta en sí misma, sin necesidad de recurrir al estudio vida milagros del autor. El autor, una vez editada la obra, puede desaparecer tranquilamente. Pero la obra no es inmanente si la vinculamos con el lector. En la realidad del lector está la lectura de la obra, pero también otras realidades, y todas ellas vertebradas entre sí por caminos claros, oscuros, laberínticos o ajardinados. 
Mi vida de lector hace ahora que todo lo que ocurra no sea ajeno a la glosa de Dr R (y empiezo a hablar de Dr R). 
Como el encuentro con Ánghel el pasado sábado (en Librería de Mujeres, donde hablé con María Teresa de Vega --el episodio del filósofo Locke (creo que lleva un h) y otros en su Merodeadores de orillas son faros de comprensión--, con Julia Gil, con Balbina, autoras que conozco, y con Cecilia Domínguez, autora que quiero conocer).
Hablamos de literatura, y en acuerdo y consonancia con mi amigo Ánghel Morales esta vez:
--Cucarachas con Chanel es un hito, una frontera, un antes y un después --dijo, en un arranque de necesaria sinceridad.

En el antes, en la ficción narrativa en estas islas, cuento con Crimen de Agustín Espinosa, Antes de Amanecer de Isaac de Vega, La huida de Antonio Bermejo, Ídolos de bruma de Roberto Cabrera, Retrato de Marlou Diésel de Marcelino Marichal, El Fulgor del barranco...* y, coétanea en aparición editorial,** Puerto Santo, de Juan Royo estas dos. 
En la relación Puerto Santo con Cucarachas vemos cómo tiempos diferentes hacen diferentes un mismo espacio (no sólo físico, sino espiritual; voy a dejar espiritual, no tengo a mano la palabra más acertada). De otro modo es la correspondencia entre Puerto Santo y Marlou Diésel. En la novela de Marcelino hay varios viajes de ida y vuelta Laguna-Santa Cruz, y en la de Juan el mismo viaje pero único y a la inversa. 
Relacionar también personajes de una y otra obras, es posible incluso como juego de azar. Madame Bovary con Ana Karenina. El niño de El marinero que perdió la gracia del mar con el viejo de La casa de las bellas durmientes. El juego se ajusta mejor si actuamos así con Puerto Santo y Cucarachas con Chanel. Las dos novelas fijan un mismo espacio (en tiempos distintos; sí, el tiempo cambia el espacio, vale). Habitantes de Puerto Santo son antepasados, familias, de habitantes de Santa Pus. Investigar esto requiere recursos técnicos e intelectuales que no tengo ahora. Así que es prudente no entrar en estos estudios, por ahora.

Quiero más bien hablar del papel de Dr R en la novela. Unido al autor pero no es el autor. Es una creación superpuesta del autor. Dr R es la conciencia que ve la escritura. El único poeta en una tierra que se ríe de los poetas. Pero antes de conocer a Dr R, grosso modo un pepito grillo que actúa sobre el autor, es hora de dejar de poner el carro delante de los bueyes, y empezar por donde hay que empezar. Lo que otros ya han dicho sobre la novela de JRamallo.

continuará:

* También Santa Cruz la nuit, de Pimentel, y El cliente de Nuoachout, de Jaime Mir.

** Y El sueño de Goslar, de Javier Hernández.


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