miércoles, 24 de julio de 2013

¿Será puesto el preso en libertad?

... realismo punto cero no es sino la perfección de la ficción. La realidad no existe. Existe la ficción de la realidad.

Bueno, dejo la metáfisica para el final del discurso, si cabe, y me acerco de otra manera a la novela Cucarachas con Chanel.

Una obra puede ser sentida como un ente enfermo o como un ser saludable. Piedad en un caso, admiración en el otro. El cuento de Kafka El artista del hambre despierta piedad. Enfermo hasta el paroxismo es este artista. La piedad es mayor cuando nos identificamos con ese hombre, reconocemos en nosotros la desgana irremediable. Ninguna comida nos sabe, ningún cuerpo nos atrae, ningún alma nos alegra, ningún libro nos emociona... Nada llega como cualquier cosa y cae en el vacío que somos.
Saludable, en el polo opuesto, es el Ulises de Homero. Sus aventuras no incitan a la piedad sino a la admiración. Ulises es un humano hambriento de todo. Al personaje de Kafka lo marca la fatalidad. A Ulises, una combinación de valentía y mesura, lo que más tarde, en territorios menos épicos, se verá en los trovadores provenzales.
Pues bien. Como un sorprendente injerto de esos dos personajes, veo a Gabriel. 

Y con esto inicio reflexiones en una reciente y nueva visita a Cucarachas
Morgantani, animal sabio, que camina por delante de nosotros unas cuantas millas, dice que cuando uno despierta debe contar con una cantidad limitada de palabras, a usar durante el día. Y si eres prudente, reservar algunas por si al final tienes que pedir socorro.

Así que esto es el inicio de la aventura de un lector, con permiso o sin él de envidiosos (qué paradoja) amigos. Quizá alguno comprenda que no estoy hablando de mi amigo Jose, y que poco tocaré al autor JRamallo. Hablo de la novela. Que releo con la misma entrega y pasión con que, años atrás, por poner otro ejemplo, caí en las páginas de Bajo el Vocán.

Continuará

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