sábado, 29 de marzo de 2014

Inventario

No me pongo en comunicación con una persona querida porque tengo vergüenza. Virtud considerable pero sin gracia. Y a esta causa se une que me estoy desconchando. La mala alma perjudica al cuerpo. Ayer por la noche no podía mover un brazo, veía las estrellas. Ya estoy mejor.
La vida de ermitaño, a menos que me ponga a hacer una novela estilo existencialista, es poco contable. Un libro novela de Kierkegard (?), El seductor, lo tengo en el bidet de arriba, ni abrirlo. Lo leí hasta la mistad una vez y me cansé del personaje. Pero no es como para dejarlo de lado si pienso en la obra neosádica, continuación de Agosta escribe, continuación en el estilo. La trama es otra cosa. 
Eso por las noches, si estoy con ganas de escribir y no de acostarme a leer Las Mil y una Noche o a John Fante. Depende. 
En el piso de abajo leo el libro de Nguyen. Las distancias entre el cielo y la tierra, y el cielo y el fondo del mar, etc. 
Por si acaso sirve de algo, inicio un inventario de cuadros.

EL ESCRITOR Y SUS FANTASMAS
Mismo título que el libro didáctico de Ernesto Sábato. Está construido con óleo y collage sobre un vidrio enmarcado, metal pobre. Domina el azul. En la zona de la Selva (insisto en el símbolo X: las cuatro esquinas del lienzo: Casa - Jardín // Selva - Laberinto), el escritor (dibujo coloreado; modelo Ramón Herar). Entre la Selva y el Laberinto, una muchacha azul transparente, seguramente musa del escritor; y detrás, de espaldas, Campanilla, observando el Laberinto. Una luna llena, en el Jardín, ilumina el cuento del escritor. Desde el fondo del cuadro, con figuras que se esconden, entre ella un mono con alas de mosca, asoma agigantada una mujer ocre amarillo, casi naranja. Se acerca a la musa azul, abriéndose paso, airada. No es el único personaje que se abre paso a la claridad de un primer plano. 

BARRIO NUEVO
(colección Cristian)
--Jesús, me dijeron que te pasaste al paisaje --me dijo Cecilia una tarde, desde la ventanilla de otro coche. Verdad era. El inicio del cuadro fue ella, luego se convirtió en un paisaje. Barrio Nuevo. Cristian quedó en hacerle foto y ponerla aquí. Este blog está pidiendo que lo acompañen cuadros y dibujos. No tengo todavía recursos técnicos. Están en camino.
El recuerdo de una calle en Barrio Nuevo, poblada de corridos mexicanos una noche, cruzada con una linda muchacha de Las Palmas, me atrae a darle un toque que lo termine. El cuadro está falto de blanco transparente y azul turquesa. 

CRISTO EN EL BURDEL DE LA MONTAÑA
(colección Marcelino) Tiene fragancias de Chagall. No lo preví en el momento que fue construido. Chagall actuó desde la sombra de la conciencia. Es curioso que Marcelino lo haya puesto cerca de una reproducción de un chagall (¿o es Chagal?). 

LA PUERTA DEL MANICOMIO
(colección Ramallo). Cuadro concluido. No admite más mudanzas. 

EL VIENTO SOBRE MONDRIAN. 
(colección Candelaria Quintero) ¿Qué será de este cuadro? Fue un broche de oro de un tiempo que estuve imitando a Mondrian, con métodos rústicos, al azar, sin conocimientos teosóficos. Lo construí con óleo y lo puse a secar en la terraza, hojas de periódico en el suelo y el cuadro encima, vertical, apoyado en la barandilla. Esa tarde, esa noche y el día siguiente, sopló un viento del demonio. Las hojas de periódicos golpeaban la tela rabiosamente. El cuadro quedó transformado. 


Estas obras son anteriores a actual época con mi amiga. Lo que nace de la unión con ella, tienen otro cariz, más noble, más limpio, no narrativo. 
Lamenta que haya regalado el primero que hice teniendo su escuela. Dijo que un cuadro no se regala, y que ese en concreto tenía abierto un buen camino. Es igual. El cuadro renacerá algún día. Perfecto como un diamante bien tallado.

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