miércoles, 20 de agosto de 2014

aproximaciones... 6

A Nicolás Estévanez y su almendro que tanto hizo reír al poeta Unamuno. Dicen.


Retrato de Marlou Diesel
Marcelino Rodríguez Marichal

Comienza el libro
con el eco lejano
de otro relato,
del negro Sullivam.
Una china en puerto
arrojada al mar,
frustrado sentimiento
el verbo amar
yace ya muerto
entre las aguas.

Termina apaleado
en un bar
de mala suerte,
tirado en el suelo,
pateado
Marlou Diesel.

Entretanto
huye gente,
buscan un barco.
Otros pagar
ir a un encuentro
sexual.
Una mujer
despierta celos,
se va
con otro.
Pierde Tenerife
con Las Palmas.
Etcétera.
Pides calma.
Hela aquí

con luz azul
y puerta izquierda.
Cinco euros
la carrera.
Una rata
en la carretera.
No sé si existe
tal animal
sobre el papel.

*

el relato "El derbi"

El partido a punto
de empezar.
Su amante,
deliciosa pelirroja
en la puerta
del piso.
Se va.
Marlou se vistió
de desnudo sin vergüenza.
La pelirroja
quedó
con un amigo.
Me tengo que ir.
Se puso carmín
en los labios.
Marlou se dispuso
a oír
la radio.
Recuerda:
no hablar de amor.
Córner
del Tenerife.

Sonreía en la cama
como los perros
la pelirroja,
braguitas negras,
zapatos negros,
tacón su andar
las uñas pintadas
de los pies.
Gol.
Uno a cero.
Calle abajo
la chica de Ipanema.
¡Qué carajo
un amigo!
Los amarillos
cruzan las piernas
de su amante.
Bragas negras,
uñas pintadas,
frases enigmáticas.
Sobre una alfombra
animales salvajes.
Los ricos no perdonan
el toque de queda.
Caen en Pamplona
bolas de hielo. 

*

Este trabajo nace de la inmanencia, el acercamiento a las obras sin tener en cuenta nada de sus autores. La casualidad, la causalidad, el azar, la necesidad, quién sabe, sin embargo cuela en ocasiones  la intervención, fantasmal o real, del autor. En este caso en un segundo plano.


Alejandro Suárez,
hombre cabal y valiente.
Le debo un servicio,
me ayudó a cazar la rata
con la que no pudo el gato
Lucas. No por no intentarlo.
Una y otra vez acorraló
al intruso roedor.
De todos los asedios escapó.
Llegó Alejandro.
Por la puerta entró.
Nada.
La rata se esfumó.
Llamó Marcelino
preocupado
por mi destino.

Final feliz,
por ahora.

No hay comentarios: