jueves, 3 de octubre de 2019

HH se está haciendo con una meridiana vuelta a la fama. Ahora rescata --da la noticia-- un evento antiguo de protesta contra el deterioro mundial.
--La gente falsa me repugna y me da asco --escribió el otro día.
No sé si ahora es falso, pero lo fue, y nunca lo vi sintiendo asco de sí mismo. Es Rata, animal que se sabe poner bien puesto. ¿Se acordará de cuando fue falso? Es como uno de un cuento de Boccaccio, que era un laja de mucho cuidado y en la confesión se hizo pasar por un santo, y después de confesado murió y lo subieron a los altares. El personaje de este cuento del Decamerón, por lo menos no dijo que había sufrido oprobios ajenos, sólo ocultó o transformó en virtudes los suyos propios. En fin, después del día de julio cuando el recital de Anyelo, la rueda de la historia ha cambiado mucho en Santa Pus y La Maldad. Por fortuna, Barrio Chino está ahora en manos de Belén, que ahora está ocupada hasta el 19 de octubre en otros menesteres que, si salen a flote, serán más beneficiosos para ella. Horizontal jazz también requiere revisión, pero ya no quiero revisar nada. Ya no el mundillo de la literatura sino la propia literatura me tiene sin interés, y la pintura algo pero cada día menos.

En casa de Sita de noche intenté leer 485 años después del año de la Nana. Imposible. O este texto no tiene hilo o yo no se lo encontré. Habría que hacer una lectura cabalística, si no es imposible atar cabos ningunos. Frases rotundas agarradas a un antiguo lenguaje oral, que no me asombraría que hubiese inventado su autor: Ignacio. El lenguaje, sea el simple de Kafka o el idiolecto de Juan Rulfo, debe construir un edificio. Hacer escultura con el lenguaje eso lo hizo Joyce, y ¿quién lee no ya el Ulises sino la novela que fabricó después? Por lo menos en el Ulises hay argumento(s) pero en 485 años no he visto ninguno. Estampas aisladas. Esto sí.

La calle El Tanque tiene ahora historias que me afectan, pero la única que puedo contar aquí es el trabajo del fontanero y su ayudante Pedro. Tiene su interés. Pero el cuento habría que construirlo bien, y no tengo ganas de pensar nada. Ni en ti.


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