La belleza de su arte, la belleza de su alma, la inicia en su infancia. Aquí están sus relatos, abierto abanico de diversos episodios. En "El curandero" somos testigos de una extraña, o quizá milagrosa, curación. Seguimos con "Al otro lado del río", donde la narradora nos habla de cuando Huong se perdió y la encontró una mujer viuda, que la vio como un regalo de Dios, efímera ofrenda, pues enseguida sufrió la tristeza de devolvérsela a sus padres cuando ellos dieron con su paradero. En "El sombrero de casco" aparece la guerra, rompiendo la armonía, violentando y amargando la vida de la aldea. "El encuentro" narra la primera vez que la niña ve a un hombre muy alto, su abuelo materno. Durante "La primera decisión" y ·Dinero de comisión" viajamos por los tiempos después de la guerra, donde obligan a su padre a ser reeducado por el Estado, y su madre con la necesidad de trabajar, legal o ilegalmente, para llevar alimentos a la casa, ingrata labor en la que tiene la ayuda importante de su hija. En "Amanecer en el mar", Huong aprende a nadar. Lo que viene después es aterrador. En "Playa de Lang Co, respiramos con sus travesuras, sus picardía, que también aparece en "El croquis", donde esta es castigada por burlarse de un pesado profesor; pero es un relato no exento de otro incómodo miedo aún no sanado. El temor a los gatos. En el polo opuesto, "El perro pequeño", su amistad con un perro, la encarnación de la lealtad.
De una manera breve o más amplias, son notables en estos relatos el padre, la madre, la familia, los vecinos, los profesores y compañeros de la escuela, los extraños, toda la vida humana que nos rodea a cada uno de nosotros y con quienes tratamos, acorde con nuestro saber y coraje. Y de notable importancia es también la naturaleza, la interminable sinfonía de las olas, la libelulas y las mariposas, y las flores silvestres que rodean su escuela, la aparición del azul durante el amanecer, los días de invierno o las tardes soleadas en el silencio de los días de verano... Huong ha estado siempre en sintonía con una naturaleza aliada al Edén, a pesar del caos cósmico y humano que también nos acompañan en este existir. El misticismo de Huong no está reñido con las dificultades que derraman los días sobre la tierra, donde no se ha dejado vencer por las adversidades, sino a las que siempre ha buscado soluciones prácticas, con exquisito Lingenio y una voluntad de oro.
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