domingo, 23 de mayo de 2010

la rosa de Rati

Trabajé en la dichosa novela, que deseo terminar. ¿Quién dijo que disfrutaba escribiendo? Bueno, no siempre escribir es un trabajo árido. A veces hay fulgor, fulgor en el barranco, como el título de la memorable novela de Juan Royo. Cuando el viento se lleve la hojarasca, quedará lo valioso, y entre ello, esa novela del tripulante de Tijuana. Mientras tanto, bajé al Monterrey, a refrescar la lengua, la real, no la lengua hablada. Lengua hablada me tocó con Rati, que me comió la oreja. Allí estaba, sentada en el taburete junto a la tragaperras, de espaldas a la ventana. El bar lleno de gente. En la barra y en las mesitas. Sólo un sitio vacío, junto a Rati. Quejas y cuentos.
--Esas dos familias de la plazoleta que me vigilan no son noveleros, sino acosadores... yo me siento acosada... No veo el momento de vender la casa y comprarme un pisito en Santa Cruz...
--En todas partes hay vecinos...
--Yo me tuve que ir, cuando vivía con mi marido en Santa Cruz, porque la vecina de abajo se quejaba de que mis pisadas no la dejaban descansar... me amargó la vida esa mujer... y antes... ¿cómo se llama el hermano de esa... Sí, Fernando... pues me dijo que me quitara de la mesa donde yo bebía este café --señaló una taza vacía, con restos de un cortado-- porque había gente esperando para comer... y cada vez que tengo el periódico --el periódico abierto sobre la barra, y ella señalándome la página donde hoy sale Iván-- dice que tardo mucho en leerlo... ¡que compre dos periódicos, no crees tú?... Mira, aquí sale el hijo de Anghel... el que se pone la h en el nombre, ¿porque se pone la h?
--Es la h del Hierro...
Es que me tienen... estoy tan amargada en esa casa tan grande, y ahora tengo que usar el cuarto de baño de afuera porque el de mi cuarto lo tengo estropeado... Ay, no me las arreglo yo sola en esa casa tan grande... Hoy fui a la iglesia a rezar y a que me pusieran aceite bendecido en el cuello y en las manos... estamos en tiempo de pentecostés, del espíritu santo... Tan asediada me encuentro que he bajado diez kilos... mira mira lo que me sobra del pantalón...
Diez kilos igual diez cm. Se ve en todo su fulgor el triángulo frontal de las bragas, semitransparentes, con una rosa bordada en el punto G... Sostiene el pantalón retirado de la barriga... el bordado es bonito... Me acuerdo del triángulo mágico que sugirió Ramón en su quemado bosque. Dejé de mirar, terminé el ron y me despedí.
En el cuarto de dormir tengo un mapa de la isla triangular. San Andrés, El Puerto y Los Cristianos, según Ramón. Y otro triángulo, que incluye a Candelaria. Añadí El Médano e Icod de los Vinos. No. No forma una estrella de David, a menos que se cambie El Puerto por Icod de los Vinos. Entonces tal vez, más o menos, muy más o menos... Ahora, tal como quedó después de trazar líneas con un rotulador, en un cruce de líneas, un lugar llamado Las Rosas.

No hay comentarios: