martes, 26 de julio de 2011

El cuadro de Marcelino.

27 x 21 cm. Marco incluido. Me está haciendo gastar todos los tubos de óleos. Rembrant, uso la marca Rembrant. Una de las más caras del mercado. Traje los tubos de Icod, de la casa que ahora reclama Roberto, el marido de mi prima Mary, la hija de mi tío Manuel, que murió en Lanzarote, donde sospecho que yo iré a morir, la tierra de mi abuelo, hijo de ese De Armas que fue un cobarde. Quizá de mi bisabuelo heredé la cobardía. En fin, que me está costando dejar potable el cuadro de Marcelino. Abstracto. Todavía no está en su punto. Y acrílico sobre óleo es imposible. Más barato el acrílico. Pero sólo sirve como imprigmación si luego usas óleos. Cuanto más mejor, decía Francis Bacon. A ver cómo hago yo para reponer los tubos. Me interesa más la pintura que la escritura. Pero por si tengo que viajar a Lanzarote, me conviene terminar lo inédito. Quitármelo de encima. El gigoló, el informe, el bufón bocacosida, etc., borradores con una solución que no supe descubrir en su momento. Ahora si la sé. Pero lleva tiempo ponerla en el papel, en la pantalla.
Hoy hablé con mi sobrina Famara. Me hizo bien. Si no fuese por ella, me hubiese eschavetado. Y por Anghel, y por Gladis, y por Lili, amiga de mi hermana y sin embargo mi amiga. Por lo demás he descubierto que estoy mejor sin lavadora, sin televisión y sin termo. Lo del termo me imagino que lo tendré que arreglar cuando vuele a la isla Campanilla. Ramón es el hombre del fuego. Lo ambiguo que tú quieras, pero me arregló la cocinilla. El hombre del fuego, y si no, Marcelino, por los tubos de Rembrant, jodido negociante gomero.
Hoy programa útil, aunque se nota la falta de contrincante. Legrá contra Barrera Corpas. Combate, pelea. El próximo martes, con JRamallo (si no le surge contratiempo), y el otro con Nuestro Amado Líder (le diremos "¡ven!"), y el otro... el otro sorpresa...
Y el jueves, no se olviden, poesía en Librería el Cabildo. Día mágico. Con Anghel Morales y sus buscadores de musas, y musos (también hay mujeres poetas, de soberbias y encantadoras voces).

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