domingo, 19 de febrero de 2012

jajaja

Así no, así, nena,
así no bailo yo.

No me trates de machango
al que le das falsa cuerda
mientras tu frente recuerda
la música de otro tango

que en ti suspira
y no respira
sino en la pira
de un fuego fatuo.

Yo no me ato
con las mentiras,
no soy jabato,
se me fue la ira
teniendo maltrato
con otros amores
y ya los temblores
de sufrir de pena
con los desengaños
ahora no llenan
mis últimos años.

Esto escribía mientras el tranvía: destino Trinidad. Dr R no pudo quedar paa pasarme consulta (Clara es ahora mi monotema) y subía a La Laguna, a cota 600, huyendo del carnaval de S/C.
En 7 Islas vi a dos conocidas, una rubia y una morena. Perdí un doctor pero gané dos enfermeras. A cual más atractiva, más déjame entrar. (Como sólo me quedan quince minutos de ordenador, abrevio el cuento). Hablamos de San Andrés, de conocidos comunes, especialmente de un hombre valioso, un primo de Chani. Yo también supe comportarme. El otro día, Clara me hizo una limpieza de dientes, y unido al pelado de Fernando en Las Galletas, estoy menos retraído en el trato social.
 La rubia también estaba dejando de fumar. Ella sólo se reserva un cigarrillo al día. Habló de ese cigarrillo como una poeta puede hablar de su amado. De ese cigarrillo y de su edredón, sus dos mejores amantes. Cuando salimos nos invitó a formar un trío de fumadores en su casa. Hubiera aceptado ese cigarrillo, y si tenía ron escondido, perfecto. Pero la morena dijo que ella no fumaba (a veces no fumar puede matar un momento en las alturas, 6oo m), y además me raptó. Mujer morena, canaria, de procendencia de Lanzarote, como yo. Valió la pena renunciar a ese prometido cigarrillo en el chozo de la atrayente enfermera rubia.
Y ahora a ver Juan de los muertos. Espero no tener al lado un risitas (ver El Escobillón blog) jajajá y que Ramón baje a tiempo de un trago en el chino.  

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