miércoles, 4 de abril de 2012

La Mancha

Fui a La Mancha. Camino del Almendral. Caí en todos los vicios. Este numero está momentáneamente fuera de cobertura; Venus no me atendió porque estaba con un negro. Él a ella y otro al negro. Negro bisexual. Ya sabemos que Venus no es nada si no hay otro. La existencia del otro resguarda su matriarcado.

Ningún cartel de PROHIBIDO FUMAR. Caí en el vicio del tabaco. A veces me acuerdo de la novela La conciencia de Zeno, con un personaje deplorable que pasa por cada página fumando su último cigarrillo. Esta vez negro. Krüger. Un paquete.

... deje su mensaje después de la señal. Móvil de Alcohólicos Anónimos. Ninguna voz amable rociándome lo bueno que es no beber. Ron Arehucas. Oro. Mestizo, tirando a negro.

Metarrelatos del desierto guiñaron las tragaperras del bar Teidrago, por debajo de la estación de guaguas. Espejismos del desierto. Caí en todos y comí arena donde esperé encontrar un arbol con monedas de oro en lugar de frutas. Oro del que caga el moro. Oro negro, pero no petróleo. 

Por la noche cerrada me visitó la Muerte. "Así no, mamasita, así no", le digo. Es la única santa de la que soy devoto. Le rezo para que me trate bien y aprender a caminar por estos laberintos.

Por la mañana, en saliendo el sol. En un ejemplar de la revista PSICOLOGIE. Un Psicólogo escribe sobre nuestro lado oscuro. Somos aquello que deploramos. En la tele un ciclón. Camiones volando como si fuesen plumas. Y un par de poemas en el bolsillo.

FABULA MORAL

Ha sido una serpiente
voraz, lasciva, codiciosa
y ha sido una lombriz
amable, humilde, inocente.
A la lombriz tómola en sus uñas
un gato que pescaba sargos en el muelle,
y de un anzuelo fue
a la boca de un pescado.
Se lo comió un pavo real
voraz, lascivo, codicioso
que sabe esconder las trampas
entre las líneas de la ley.
La serpiente, lección aprendida, observa
y obedece a su implacable carácter.

*

Y este otro que ya no es fábula ni tiene moral:

Barco sin puerto
sin timón ni velas,
naufraga mi pena,
no sopla el viento.

Adiós, alma mía,
ya estoy curado 
de toda sorpresa.

Suena la hora
de la partida.
Nadie me llora.
Así es la vida. 

  

1 comentario:

campanilla dijo...

Siempre hay alguien que llora por cada uno de nosotros, aunque no lo sepamos.
Y siempre hay alguien que coge el teléfono, insiste.