jueves, 28 de febrero de 2013

pensamiento lento

--Ese ordenador va lento...
--¿Qué número es?
--El 7.
--Póngase en el 1 que quedó libre.
--Y usted --se dirige a mí-- ¿qué quiere?
--¿Falta mucho para el 246? --es el número que tengo para acceder.
--Esperaremos 10 minutos a ver si aparece el 245.
--Vale... Me da tiempo de salir a la calle a encender un cigarro.
--Fumar puede matar. No vaya, póngase en el 7.

TODO LO QUE ME CUENTES SERÁ NARRADO.
Desecho este lema. Sólo un diez por ciento de lo que oigo narro, y con la eterna duda de que me paso de generoso. Sólo no cuento lo que hablo con mis amigos. Tres personas que pueda llamar con este nombre. Dos hombres y una mujer. Si no puedo hablar con un amigo como me hablo a mí mismo, entonces a tal no puedo llamarlo amigo (decía Séneca). Y es verdad. Por supuesto, de la biografía de uno sólo asoma la punta del iceberg. Y muchas veces contada por un personaje que sustituye al autor, que vive lo que vive el autor pero no es el autor. Los tontos confunden personaje y persona y se pasan de confianzudos. Los tontos y los tímidos. Intentan parecer expansivos y no conocen los límites del lenguaje.
--Esto no lo escriobas en el blog --me dice XXX en la tarde del martes.
Una pena. La comedia que me cuenta merece ser contada si el contador sabe contarla. Yo no lo sé. Así que no la cuento.
--Esto no lo digas en el blog --dice YYY en la tarde del miércoles.
No se refiere a que cada vez que ve venir al marido, dice que me esconda. Y por supuesto, ni me lo presenta si coincidimos en el mismo receptáculo. Yo soy un empleado y el marido es el jefe. Sólo me presenta a los empleados de mi misma categoría, que es la inferior de todas. Me dedico a barrer la empresa cuando los empleados con categoría terminan su jornada. Hablo entonces con el compañero que pasa la fregona después que yo quité el polvo y barrí. No me han dicho que no le cuente esto o aquello al hombre de la fregona. Sin embargo, no le cuento nada. No es mi amigo. Si fuese mi amigo se lo contaba. La historia de XXX no porque no sé. La de YYY tampoco, porque es muy triste. Las cosas tristes exigen mucho...
--¿Tú eres fiel?
--Yo soy un hombre. No una pieza de ninguna balanza.
No, me parece que no es fiel. Pensaré sobre esta palabra el resto del día.
(Ah, ZZZ, me temo que ya no sé escribir cartas de amor).

Medito el derrridamiento de este blog. En lugar de añadir entradas, irlas borrando. Hacia atrás en el tiempo. No el tiempo que se vive sino el tiempo que ha muerto.
--¿Qué negocio hay en eso?
--Ninguno, no escribo por negocio... escribo por lo mismo que cago. Limpio la punta del iceberg. A veces sale mierda gato, otras de perro y más animales. Pero no he llegado a la de burro, que son bolas de oro para la tierra, para esta tierra de cobardes donde no soy el único. 
--Ah... Bueno, recojamos esta mierda que va a empezar el partido.
 Recojemo, salimos, bar lleno, pantalla grande, Ronaldo eres el más guapo. Préstanos cinco euros, a escondidas, porque somos los que estamos escondidos. Nos esconden. Qué bien.

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