sábado, 16 de febrero de 2013

poesía luminosa

se reúnan para meditar,
hablar y llevarse bien,
porque como las olas del mar
se enfurecen, yo también
cuando quiero transformar
el mal en bien.
Yo me encuentro en un lugar
donde no se puede convertir
el bien en mal.

Suena a poesía esto de la devota de San Antonio. El santo me lo dio como diamante sin tallar. Enseguida que aparté la capa de carbón, me di cuenta que debajo había diamante casi en bruto. Había zonas ya talladas. Por mi parte seguí ese trabajo. Soy buen tallador cuando me pongo. Dios mío, qué maravilla. Lo único que no me gusta es "este bello rincón de España". Me tienta corregir: "este bello rincón de Expaña" (como lo escribe El Escobillón blog), pero no me atrevo sin permiso de la amiga de San Antonio. Seguro que el santo no me la presenta. Pos como no me dé lo que le pido, no le doy el diamante tallado. Lo que pido es también un diamante tallado. En forma de mujer. Que no me diga que no existe. Sí existe. Si no me la da, no le doy esta superación de la endecha a la muerte de Guillén Peraza. 
De pronto, como por arte de magia, surge lo que yo mismo quería hacer ahora en eso que se llama poesía. Lo he encontrado en esa mujer. Quiero conocerla, mi santo. Y toma, te enciendo cinco euros en velitas. Pum pum pum pum pum. Cinco focos de luz.

Aunque la mujer sea buena
hay que saber cuándo 
darle la de cal y la de arena.

No busco más. Aquí está la poesía. Ahora sólo hace falta que transformemos el mal en bien. No hay otra salida. Lo demás es rezar por el Papa, el vecino que me toca a la puerta cuando trabajo el Gigoló, a ver si hacemos una vaquita. Sí, buen amigo. Hoy lo vi con mejor pinta que ayer. Con el perro y otro. Iban a cazar. Ibrahim reponiéndose y su mujer enfatigada.
--Pero ahora no podemos cerrar... --dice, con un suspiro.
Marcelino llega. Vamos al Sur. Sagitarius Star. ¿Sueño? ¿Pesadilla?
--Me cambiaron la cabeza viejo, y de mis cenizas sacaron diamantes --le cuento al Capitán.
Suena el móvil.
--Dile que llame al barco Tetas volantes...
Arreglamos a bordo. Dejamos el puerto Amarilla Blues. 
Volvemos a la capital. Esta noche quedamos en ver la historia de Sita.
Qué bien bailaba.

1 comentario:

Roxana Popelka dijo...

Mañana, será mañana, te mandaré un poema como antes porque estoy en la escalera 15.