viernes, 2 de enero de 2015

notas del año pasado

Que tengas buen año,
salud y fortuna,
y yo pueda gozar
la anhelada figura.


El año lo despedí con un viaje por buena poesía, me refiero a la poesía cercana. La de Pepe Marrero en su libro Las Lunas. Libro que tiene detrás otro libro secreto. Este no lo conozco. Leí el editado por Aguere Idea. Y oí recitar a Pepe la noche de la presentación. En el mismo lugar donde el 30 pasado presentó Alejandro Suárez su segunda obra publicada: Disenso.  Y otra pequeña gran obra, Cinco cartas para superar a Rimbaud, que me leyó Berto por teléfono. El elogio excesivo si no es una forma de la venganza, es una burla. Espero no caer en esa trivialidad. 

Acierta Disenso, en la página 15, a iluminar una escena de mi pasado. Un tic tac que aún tengo adherido a la memoria auditiva, como una palabra clave, una palabra llave. Las historias tristes piden ser contadas con humor. Alejandro me ha dado la clave que abarca toda esa historia del pasado. En su libro, en medio de una aparente oscura aridez, brillan hallazgos que abren la percepción, el conocimiento. 

El año lo partí por la hora española. Mi sobrina Famara y yo sabemos por qué. En la hora canaria ya estaba en el camarote del sueño. Aquí tenía intención de copiar uno que encontré, de hace algún tiempo, escrito en las hojas en blanco de un libro de Borges. El sueño tiene un final fatal. Yo me caigo por una escalera, me desnuco, me muero y me entierran. La superstición dice que conjuramos el mal si lo contamos. El sueño es profético, pero la profecía ya ocurrió. El desenlace medio dramático, morir no es nada nuevo, ya ocurrió. No al pie de la letra como lo cuenta el sueño, pero ocurrió. Fue una noche que no supe andar solo. Aprendí que quien no sabe andar solo, no merece compañía. Aprendí la lección. La práctica de la lección, todavía no. 

En fin. Buen año a todo el mundo. Feas y guapas. Y sobre todo a mi amada que me cuida y me alimenta, y eso que ahora no merezco ni un pan de molde, y bien hace mi amigo el patrón en recordarme dos versos de Roberto Cabrera:

Me haré insufrible
para que siempre me recuerdes

Estos dos versos, si yo fuese rico, los pondría estampados en dos camiseta. Una para uno y otra para otra. En fin, buen año solar y buen año lunar, que llegará pronto. 




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