jueves, 15 de octubre de 2015

¿amor o negocios?

Yo manejando. Jose de copiloto. Vamos a Araya niños y volveremos hombres. Niñatos no. Simplemente niños, mirando las pencas, los cardones, la tabaibas y por dónde está esperando Luis. La finca está a salvo de territorio civilizado. Necesitamos guía. Recordábamos el viaje al Puerto. Hubo suerte pa aparcar, pa todo menos a la hora de dormir, las fuentes tan cerca y uno pasando sed. En fin, ahora rumbo a Araya. Acogida que nos fortalece. Y encontramos un material que puede que se convierta en nuestro secreto. Todos estos días he estado dándole vueltas a la pintura de Jorge Oramas. Nosotros todavía estamos por detrás en ese camino, pero el material puede abrirnos la frontera hacia la maravillosa pintura de Oramas. 

*
--El mejor poema que escribiste. Como dicen algunas mujeres cuando le tocan las tetas: sigue --guasapea el poeta de Los Cristianos. 
A ver si nos vemos las caras un día y hablamos de Poesía, esa novia esquiva que tanto hizo sufrir a Emeterio. 

Me coge escribiendo décimas. Escribo cinco décimas. Salvo aquí una que dice

Ay, perdí a mi maestra
en mitad de la lección.
En vez de poner atención
voy y le pongo pimienta.
No me salieron las cuentas,
ya no me quiso enseñar
el color de su collar.
Lamento al pobre de mí,
a la maestra perdí,
mis colores son llorar.


y el principio de otra:

Donde germina el amor,
allí crecerá su tumba.
Primero baila la rumba,
después baila el dolor
de ver morir al amor...



No me deja ni contar las sílabas. Berto manda otro guasap: "Stas con mal de amores. La cagaste burt lancaste".

¿La cagué? Bah, no creo. Lo peor del amor es que el objeto causante de ese mal te responda positivamente. No es mi caso. Estoy a salvo. Por lo demás, me interesa más la poesía amorosa que el amor en sí, ese tirano. No me agradan los tiranos. Tirano yo o nadie. 
Es como en un cuento árabe: un poeta, como todo poeta bueno, escribe versos de amor a la moza que quiere desvirgar. Los poemas conmueven el corazón de la chica. El poeta logra cobijarla. No sé las veces que la cobijó. Cuando se cansa del manjar, mira pa otra y a la otra le dedica los versos. La chica se queja y le pregunta dónde quedó su amor por ella.
La verdad no sé por qué lo conté, porque ahora no me acuerdo del final del cuento.

Pascal decía que el amor en la juventud y los negocios en la madurez. Como si en la madurez uno no tuviera ganas de tales y cuales. Otra cosa es perder el sentido de la realidad, el sentido común. Yo todavía no soy el capón enamorado del soneto de Quevedo pero ya sí soy esa vieja que se deja un diente al masticar un pan duro. En la cantiga de Garcilaso. El otro día me pasó eso. Como para cantar al amor.
Pues sí, mellado o pasado por una clínica dental de Dinamarca canto al amor porque eso es lo que tiene que hacer un poeta. Me acuerdo de Alonso Quesada, José Martí, Carriego, Lao Tse, Catulo... incluso hasta de Borges me acuerdo. Azufre a los poetas que no saben cantar el amor. Yo sí sé. Pero mi amada no lo aprecia. Seguramente no le gusta la poesía. 

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