miércoles, 28 de octubre de 2015

ayer

Ayer noche en San Andrés. La motorización tiene sus ventajas. Te aburres en casa, no sabes si llamar al teléfono de la esperanza o al de la fe, y te vas a San Andrés. No a la playa de Las Teresitas a contemplar con otro par de ojos, en el asiento de al lado, la luna casi llena. Bello espectáculo, no se cansa el poeta de la imperfecta luna. La belleza tiende a la fealdad y la fealdad a la belleza. Esto lo sabemos en RealismoPuntoCero, y ahí radica nuestra revolución pictórica, teatral... y, dentro de poco, escultórica. Tendemos a ampliar horizontes. Ya hubo conato en el camino de Oz, con el espantapájaros desnudo y después vestido y vuelto a desnudar, etc. El ciclo es circular, nunca termina. Cada movimiento se repite, como la historia en opinión del hombre que escribió Zaratustra. En fin, no fui a enamorar con ninguna a la playa romántica de Santa Pus. Sino a casa Chani. Allí con el Chicharro. Un gato y un chicharro juntos. Animada la cosa. Lo mismo que si hubiera estado con una profesional haciendo estudios de la luna en la playa. Nada puedo contar. Aquí no.

Y el viernes próximo, Dios mediante, Agustín Pacheco presenta un libro, de edición peninsular, frente al Obispado en la ciudad del Cristo. La cosa promete. A ver si veo a Juan por arriba, que no conté que me trajo a Chéspir de Inglaterra y, con el dramaturgo inglés en casa, los poemas de amor me salen hasta cagando. Que gran genio el pequeño Chéspir. 

Fiebre pictórica. Planes con el Tigre. Velázquez nos está rondando. Está cerca, viejo. No vamos a superar al hombre, pero el buen pintor que fue Velázquez estará con nosotros --anoche me lo dijo-- en el trance que nos espera. Con tal compañía, gloria al lienzo. Seremos cuatro, por lo pronto. Tú, yo, Velázquez y la modelo. Perfecto. Perfecto en la matemática imperfección que mueve nuestros logaritmos.

Nestor de la Torre también nos espera, También en La Laguna. 

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