martes, 13 de octubre de 2015

Laura

de Zo a Oz. Noche de octubre.

Viaje al Puerto
conversación con el copiloto

Canto como cigarra,
trabajo como una hormiga.
Mientras trabajo canto
la canción que tú me inspiras.

Mis versos son de los campos,
cosechas también del mar
con los tonos de Martí:
mi verso es de un verde claro
y de un jazmín encendido.

Yo soy el ciervo herido
del cantar de los cantares,
de su amor estoy cautivo
y no quiero curarme.

***

en el camino de Oz

El bolso de cuero
folló con la cartera,
la dejó preñada
de guapas monedas.

Lorena pasó,
yo no la vi;
Jorge hablaba 
del mago de Oz.

Yo le pedí
un buen corazón,
coraje, valentía
y una coliflor.

Y vi a Carolina,
me quedé boquiabierto
sin saber decirle
ni uno de los versos.

Una niña despierta
en bombilla ponía
cintas de papel
y con un pincel
las encendía. 

¿Por dónde te has ido?
¿por tierra? ¿por mar?
¿por cielo te has ido
entre luna y estrellas?

¿Cómo te voy a buscar?
¿en avión, en barco
o en tren militar?

Te busco en el Puerto,
camino de Oz;
dicen que la lata
es lo que te doy.

No tengo a mi bien.
¿Por dónde se fue?
Pregunto al machango,
yo no lo sé.

No llores más,
canta el senegalés.
Dejo de llorar
a la orilla del mar
con Dácil y María
entre camarones
y jarras de birra

mientras en las olas
Ramallo esranilla,
dibuja en el agua
la flor de la vida.


No estaba Marcelino,
no estaba Ramón,
faltaron a clase,
no dieron lección.

No fue mi discípula,
me borró de maestro.
Por su malhumor
se acabó lo nuestro.

No fue mi maestra,
me borró de discípulo.
Fui a darle un beso
y le di un mordisco.

No fue la oriental,
sí fue la africana,
Laura más bella
que el canto del gallo
antes del albor.

A Laura encontré 
al final del camino,
de su voz amiga
yo quedé cautivo. 




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