lunes, 26 de octubre de 2015

esperando a Isa, en Ático 13

(autor de las fotos: el viejo Tigre)



investigación mutua
  

No me hables de la valentía
si no has sufrido la cobardía.
No me hables del amor
si no has gozado el odio.
No te rías de nadie
si no has visto el drama,
la tragedia, el agujero
negro que inunda
al individuo
cuando dejamos de ser
y creemos ser.





las edades de la especie


Quien no llora con sus lágrimas,
que no ríe con su boca,
quien no besa el cuello de Isa
no hable de filosofía,
ni aunque se llame Schopenhauer.




hablando en arameo

El viejo Tigre y el joven Serpiente
buscaron los confines de Isa
entre la noche y la madrugada,
más bella que los jazmines
en la memoria de los tiempos.

Una mitología enciende sus ojos
tan bellos que Rubén Darío
cambiaría sus viejos versos:
Feliz quien somete su fuerza
a la mirada, a los labios,
al cuello, al torso, a las caderas.
etcétera, de Isa, mujer
en Ático 13.



esperando a Isa


Así se llamó el cuadro
que el Tigre hiló y la Serpiente:
esperando a Isa.

Se inició con Descartes,
la razón nutrió los cimientos del cuadro.
Pero la razón llevada al absurdo infinito
restablece el origen: en el principio era el caos.

El tigre con sus garras saltó sobre la presa
y se hizo el caos, y del caos, sorpresa,
llegó la luz y el viejo Tigre
separó la luz de la sombra.

Llegó Isa. 

Un invierno de oro
profetiza el verso que mi mano escribe.










No hay comentarios: