sábado, 2 de febrero de 2019

Anoche vino Marcelino por casa.
Trajo una garrafa de vino de Tacoronte. Lo que da la parra.
Marcelino está entre los pocos que piensan que yo estoy haciendo algo de valor con la pintura. Algo de valor supongo que hay. pero cuánto más veo a otros pintores, más lejano me siento de una meta rabiosamente valiosa.
Lo que me sorprende esta vez de mi amigo es que no pide que le regale un cuadro, sino que se fija especialmente en uno y dice que me lo compra.
--Tú pon el precio y yo te lo pago, aunque sea a plazos.
Yo qué precio voy a poner. Además no sé si es legal vender un cuadro, no sé si la ley ha cambiado y un pensionista puede ahora comerciar con su obra sin que le quiten la paga. Y luego está Hacienda, y esto me recuerda que tengo que cambiar la dirección... en fin. Lo de poder vender está bien, pero más me gustaría que cambiaran la ley que me impide casarme de nuevo.

Para ella sólo soy un soldado, y ahora no sé siquiera ni eso. El que no es soldado, ya es capitán, es Viejo. Jerusalén dice que yo soy más inteligente que Viejo, y yo le digo qué él es el más inteligente de nosotros tres, y que ella es la más intuitiva y yo soy el más instintivo. Cosas mías, percepciones particulares. Pero se enfada y dice que no, que la más inteligente es ella.

El que es inteligente, intuitivo y tiene el instinto del zorro del desierto es Ibrahim.
--...? A ese no lo dejo entrar en la Gomera. Ese es un rata de Cuesta Piedra.

No le hablo de la ciudad de Piedra Negra.
Desde aquí arriba, donde Barrio Nuevo gime como una perra moribunda, vemos la Ciudad, con el calatrava, esa fábrica avispa, pretenciosa e inservible.
Cerca del Calatrava. el Palmetum. Tengo que ir. Solo. A los pies de esa montaña, ella dice que está la tumba...
Ella también me decía que era mala costumbre mía mezclarlo todo, que es lo que estoy haciendo. Quizá es eso lo único que sé hacer. Mezclarlo todo. No ver oposiciones entre los elementos sino continuidades, no ver contrarios sino complementarios, etc. Cosas mías, percepciones particulares. El caso es que estaba con Marcelino anoche.

--Le preguntaré a mi hermana qué precio te pediría.
Le digo eso porque mi hermana, que defiende a su hombre, enemigo del arte que yo hago, sabrá poner un precio más razonable que yo, si la ley lo permite. Y si Dios lo permite, que es más importante.


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