viernes, 26 de agosto de 2022

retales en la despensa

 Que Melitón, temeroso de Dios, me dedicase una especial atención amistosa, lo creía yo debido a su ignorancia de mi maldad, a pesar de sus lecturas de corrido de las cartas de los secretos. Mi entendimiento consideraba que en esas lecturas sólo podía ver vaguedades generalizadas que lo mismo sirven para un barrido que para un fregado. Pero no, la cosa fue más compleja.

Al contrario de maldecir la noche en que fui concebido, me trataba como si yo tuviese una marca --desconocida para mí-- que estaba hecha con fuego procedente del cielo. No supe que esa marca, hipotética, tenía para Melitón un valor que anulaba mi no hipotética maldad. Supe que sabía al pie de la letra todos mis crímenes, como si hubiese sido testigo en primera fila, cuando su madre dejó este mundo y la llevamos a descansar a la vera del cauce del barranco.

*

--Para aprender hay que escuchar, y para escuchar hay que callar -- dijo Hansel, y calló para oír lo que decía Melitón.

--Sí, el entendimiento y la memoria y la imaginación deben callar si se quiere oír lo que dice la lluvia. La muerte es una cirujana que elimina lo que se ha vuelto inútil o dañino. Nos libera de la enfermedad terrestre.

--Voy a mear --dijo Hansel.

--La muerte es la cirugía del hospital cósmico.

--¿Qué libros es ese? --preguntó Ramiro Rivero.

Era un libro sobre el tarot, escrito por un cristiano católico, que Melitón usaba, supongo, para darle un beneficio intelectual a sus visiones mágicas. 

Melitón llevó de sus manos a las manos de Rivero el ejemplar, extremadamente manoseado. El pescador lo abrió como quien tira la red al azar a ver qué pesca. 

--La libertad existe y lleva consigo el riesgo de infierno eterno --leyó.

Hansel regresó. Llevaba con el una hoja destartalada de periódico que el viento de afuera había puesto en sus manos.

--Oigan lo que dice aquí: Una mujer y su bebe, unido a su madre por el cordón umbilical, se ahogaron en el Mediterráneo.

Me entraron arcadas. ¿Por qué no me morí yo también en la palangana de la partera? Salí a vomitar al dique en el mar entre dos barcas amarradas con las proas chocando contra las piedras. El viento dispersó la vomitona como una serpentina. No volví a la caseta.

*

--Qué puede hacer quien fue comida del drafón? Matar modelos si es pintor, matar musas si es poeta o matar calatravas si es aequitecto. Matar a ka doctora fue un bien al resto de la comunidad, sobre todo a la puta del piso de arriba, que la tenía amargada. Matar a la bailarina fue un bien para ella misma. necesita otro curso en el otro barrio antes de venir a este a bailar. ¿Crees que no fue necesaria y beneficiosa la muerte de Calígula. Si no muere Calígula, los judíos se comen al divino emperador.

--y tú como sabes todo eso?

--Yo no lo sé. ,e lo dice quien lo sabe.

--y quién lo sabe

sacó del envoltorio, un cartuchito de papas fritas, una carta.

Una hora después estaba mi cuerpo en la alcoba de la hermana de Ramiro Rivero. Le dije que la amaba y follamos hasta antes de amanecer, antes de que volviera su hermano de pescar toda la noche. Antes de despedirnos hasta otro momento con final feliz, con sabor a café, indagé sobre su amiga Carmen Elena. Mal hecho; nómbrale a otra mujer de buen ver a la mujer con la que tiraste un polvo, y verás en su cara un poema trágico, trágico para mí.  

***

posible término de la novela. El entra en la habitación donde solía dormir, antes de pasar a la cama turca del cuartito de la azotea, y la encuentra esmeradamente hecha, y la luna del armario no gastada por los arañazos del tiempo. El sopor le evita sentir en profundidad la sorpresa. Se acuesta. Su alma le sigue perteneciendo, pero su cuerpo es el de su madre. En la penumbra de la habitación ve con claridad la figura de su padre, pero mucho más joven. La penumbra le impide ver la mirada del hombre, pero sabe sus intenciones. Es el tiempo en que fue concebido y él es el recipiente, su madre, y a la vez lo que germina en su interior, la criatura que la va a matar. Los nueve meses siguientes no importan. Sabe que al cabo va a morir. Y al morir, su conciencia se aloja en su hijo. Eso es todo por hoy. Ahora déjeme. Tengo sueño.

*

Que el personaje del padre esté en el éter tiene un significado secreto. No debe fisicamente visible aparecer en escena hasta el último momento, y si lo hace, es en forma casi de fantasma. 

Ajeno a cualquier significado importante, es la aparición real  o no de Roberto Brezal. el plagiario plagiado. Pero hay un detalle importante que eleva a Brezal sobre el vulgar recurso al plagio (me refiero a cuando el plagio es el mayor valor que puede tener la obra que sufrido gozado el plagio. No es el caso de autores que han hecho, confesándolo  versiones de obras ajenas, traducciones libres,  además la necesidad de recirrir los inevitable motivos de la literatura, que suelen repetirse hasta la saciedad y solo soportamos cuando la repetición provoca esa tan cacareada vuelta de tuerca.

En cuanto a Roberto Brezal y su lubro de temprana juventud, son varios los autores plagiados, además del portugués Torga. Anoche visité un libro que hace algún tiempo me mandó una poeta penisular. Se puede leer perono es nada del otro mundo. Sin embargo, al promer poema le cambié una palabra ("verso" por "puta"), le quité un verso y otros tres los reduje a la mitad y quedó esto, en mi opinión bastante más potable que el original:

Mi cuerpo descansa del insomnio 

y mi alma va hacia el viento.

Creo que mis huellas están escritas

no sé dónde, ni por qué.

Yo no me conozco,

solo sé que soy una puta

vagando,

que navega por los bares,

que baila flamenco,

que sube a un escenario desierto

y se hace gitana y negra.

Que llueve en gotas de azúcar 

y se amasa con raíces.

Que se posa en el polvo

con los recuerdos de anteayer,

que camina por las esquinas

chatas del miedo.

Que empuja la aguja del reloj

que se atascó en el pasado.

Que es relleno en la almohada

de sudores ajenos.

Que quiere amansar

la noche arrogante

de traje negro.

Que quiere ser silencio

en el viento.


Quizá sea este el que recite Melitón en la plaza durante lasfiestas del pueblo. Tiene que ver con la trama, el asunto de las putas modelo. El que viene a continuación en el libro de la poeta peninsular, una vez deshilachado, cortado a la mitad y siguiendo el mismo rumbo que el anterior, quedaría más o menos así:

Aquí convoco a mis clientes,

a los mundos y los tiempos desde que el cliente existiera.

Yo me presto a hacer de pluma, hágase en mí su escritura.

Venid, clientes, y canten el candor de la belleza.

Canten  a la que entre olivos suda aceite

y llora de sed junto a la fuente.

*

Sueño. Venía Wang y Siao a esta casa. Tocaban a la puerta y como no pude abrir enseguida, Siao abrió con la llave antigua. Quise comprobar, con disgustos, que la llave anterior abría la cerradura nueva. Metía una y otra llave pero ninguna era ni la antigua ni la nueva. Desistí como el mono de la nuez verde. Wang traía aparatos de música de regalo, uno grande que enchufó en el patio de abajo y un trasistor que dejó en el patio de arriba. Más por ganas de salir a coger aire los invité a comer por ahí. Eran las tres pero no habían almorzado y aceptaron. Wang fue el que dijo que no había almorzado. Le dije que esperaran diez minutos para darme un baño. Me quité con facilidad la ropa que no tenía puesta en lo real, pero la camiseta no podía quitármela ni quería pedir ayuda para hacerlo. Me iba a dar un mangueraso en el patio de arriba. Tengo que barrer esto, me dije. Una parte del piso llena de cristales rotos, de botella verde oscuro. Tengo que tener cuidado de no pisar el cristal. Me había ya descalzado cuando descubró esos montrurrios de cristalitos verde oscuro. Me desperté momentaniamente y me di cuenta que acostado en el sillón no podía quitarme la camisa. Como despierto vi que no había ninguna visita, volví a dejarme dormir y el sueño continuó. Otra vez a intentar en vano quitarme la camisa. Ni modo. Desperté y en cierto modo me defraudó comprobar que estaba solo en casa. Volví a dormirme. Lo mismo. No podía quitarme la camiseta. Volví a despertarme y esta vez me senté en el sillón y por fin con facilidad pude quitármela.

Ya despierto, mensaje del petaco. Preguntaba si quería algo. Escribí Si. Escribió que nos veíamos en el Komokomo. En diez mi minutos subo, escribí. No me bañé. en la ducha. Arriba no me es posible. No hay cómo ajustar la manguera al grifo que hay en el cuartito. 

1 comentario:

Agustín Robles dijo...

Respondo aquí a tu pregunta sobre la traducción de Guillermo de Aquitania hecha por Luis Alberto de Cuenca, visto cómo está el patio en casa de JLGM (como cada vez que alguien osa contradecirle): no la conozco, ni sabía que había traducido varios libros del francés, cosa que apunto para buscarlos.

Pero sabiendo que L.A.de C. es filólogo de profesión y helenista, y conociendo su cultura, mucho me extrañaría que sus traducciones del francés fueran barrabasadas como las que veo con frecuencia. Pero nunca se sabe...

En cualquier caso, si tú tienes ebooks de traducciones del francés al español, me interesan mucho. Y si buscas ediciones digitales, dímelo y si las tengo te las envío.