--Me peleé con un maricón. ¿Tengo marcas en la cara? --Papa en la escalinata del bar de Ibrahim.
Sí, tenía marcas.
--Quién ganó la pelea?
--Ganaron ellos, eran varios... Oye, ayer estuve tocando en tu casa, fui a buscarte al bar de Nally... ¿a qué juegan los viejos allí dentro?
--Ni idea.
Se va el Papa y se me acerca la mosca de ayer. Está enfadada como una avispa.
--Ayer te comiste cuatro versos.
--Las prisas.
--No te justifiques. Apunta:
Es corrupto el político
y se corrompe el poeta.
si la palabra se muere,
buen amigo, ¿que nos queda?
Nos queda tomar por saco
después de los linchamientos
etc.
--¿Qué estás queriendo decir?
--A ti nada. Esto es para lectores excelsos.
--Ah.
Hasta hace poco me gustaba saber de qué iban las comedias donde estoy implicado y qué papel me tocaba representar. Pero ya he renunciado a saber nada. La mosca ordena y yo obedezco. Es lo único que tengo que saber.
(Mientras espero turno en la ocupación de un ordenador, leo párrafos de Tristeza sobre un caballo blanco, de Alfonso García-Ramos.)
Y esta tarde, ¿programa La Puerta en Radio Unión Tenerife? Supongo que sí.
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