martes, 29 de enero de 2013

radio y día estupendo

Hoy otra vez radio La Puerta en radio unión tenerife, con alejandro en la sala máquina, ramón en la silla del pimiento, juan en la que dejó libre su amigo josemaría, y yo en alguna que quede libre. Algún día haré memoria de los martes de radio Puerta. Conocí a tres directores del programa. Cándido Hernández, Víctor Roncero y, ahora, Ramón Herar. Los tres han tenido una fatalidad que los desmerece. Cándido quería un lugarteniente obediente. No fue así. El otro eligió decir lo que pensaba. No dar por bueno lo que no le parecía bueno. Si hay una mosca en la sopa, hay una mosca y punto. Jesucristo ya dio las claves del arte de escribir: la verdad te hace libre, y deja que el niño que eres se acerque a ti. Ya el otro estaba viejo para disimulos que no son placenteros.
De Roncero, poco que decir. El hermano incitó al otro a golpe de Estado. Fue el único golpe real de Estado que hubo en esa radio que entonces llamamos Tijuana, bautizada así por josemaría. El otro esta vez se dejó llevar, creyendo ver un nahualt donde había una penca. Lección: vigilar los propios instintos e intuiciones. En fin, Roncero como director resultó un plomo, tanto como fue pluma hasta que llegó al cargo.
Ahora ramón ocupa la batuta. Hoy como siempre he abierto su blog. el bosque quemado. Nada sobre La Puerta. Estupendo. Vamos bien.
Por lo demás, no sé si la puerta existe. 

*
Hay días mágicos donde todo lo que aparece a los sentidos (lo que oímos, vemos, comemos, olemos y tocamos) remueve las claves de la vida y el ser. Chejov lo podría explicar mejor. Chejov es el autor que necesita El gigoló, novela inédita, cuando Chitoski haya terminado su trabajo con esa obra. Con esta sensación me levanté esta mañana. Chejov o JRamallo. Dr R se está preocupando ahora con Vertical blues y Horizontal jazz (ésta a espera de que también Christian la visite).
(A los enemigos hay que abusarlos lo que puedas, pero siempre sabiendo que un impacto puede alcanzarte, y sucederte como a Sombrita con Arcari en Italia, después del triunfo del canario contra Lopópolo en una entonces no zombi y no apenada plaza de toros de S/C. Con lo amigos al contrario. No hay que abusar dellos. Ir con tiento. Y con las amigas, con mucho tiento).
Así que recurri a Chejov. El gran ruso me ofreció anoche, en un sueño, la escena clave de esa novela con eufemismo de "puto" en el título. El vestido de una vieja señora en el hall de un edificio, una toalla que tendió en el suelo, y un accidente del héroe-narrador que resume todo su mundo y su drama.
--Es obligado que el héroe se esté quedando ciego --dijo Chejov.

No sé si poner continuará. La hora ya está cumplida. Hay que levantarse ya de aquí, dejar Tristeza sobre un caballo blanco (de Alfonso García-Ramos) en su sitio y salir de aquí. Afuera hace un día espléndido. Y más con Desangre libelular anónimo (de Roberto Cabrera), editorial El Vigía,  en un bolsillo.

1 comentario:

Jesús Castellano dijo...

--¿Eso que es?
--Un trabajo para una mujer.
--Y lo cobras en carne, ¿no?
Pongo esto aquí para no interrumpir la narración anterior, para lo cual tenía otras cosas en la cabeza. El interlocutor no sabe lo que dice, así que lo perdono. Pero en cierto modo tiene razón. En una tierra de cobardías, mentiras y locuras que ya no hacen dichosa gracia, es normal pagar los trabajos en carne. Carne de cañón. Que recoja la idea el Banco del Tiempo.