lunes, 14 de enero de 2013

suerte de picador

Se me acaba de caer el móvil al suelo. Se desparramó en tres pedazos. Esto me recuerda una idea cultural: una semana sin móvil. Un guerrero diría un año sin móvil. Pero somos gente normales. Llamamos mentiroso a quien mentimos, ladrón a quien robamos e ingrato a quienes tratamos con ingratitud. No sé si eso tiene que ver con la filosofía de la mónadas, algo relacionado con Gustav Bueno el prócer asturiano. No vemos al otro. Sólo vemos lo que nosotros mismos reflejamos sobre el otro. La incomunicación es la realidad. El intento de comunicación es metafísica. Quizá necesitamos que triunfe la metafísica. Pues que triunfe. Seguiremos incomunicados. Cada uno escuchándose a sí mismo, en el peor de los casos en un discurso constantemente repetido. Bueno, todo esto porque --como en un cuento de Juan Royo, en el aún inédito Camino Largo-- veo una película y me creo que soy uno de los personajes. Esta vez me fue difícil acertar. No sé bien qué enano era yo de la que vi anoche. Blancanieves. Con una bella Maribel Verdú. Muy buena la escena final. Todos los lajas de Sevilla besando a Blancanieves, a ver quién la despertada. Nada, seguía durmiendo. Ni el enano guapo que dormía en el mismo nicho de cristal, con ella, lograba despertarla cuando la besaba. Pero le hacía soltar una lágrima. Yo creo que se estaba haciendo la dormida. ¿Le había cogido gusto al espectáculo?
Fui al cine con Atteneri y Juan Cruz. A Juan Cruz no le gustó lo de los pasajes cuando Blancanieves es Cenicienta. En fin, que una semana sin móvil. Propongo. Entonces sabremos con quién de verdad estamos comunicados y con quien no. Y no me digas que no te llevé al cine. No me recuerdes las veces que no me llevaste al cine. Canción torera.

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