jueves, 21 de marzo de 2013

Mañana

Mañana viernes 22 de marzo hablará Eduardo García Rojas sobre la novela Guad en Emmasa, frente a donde escribo estas líneas ahora. Conocí a la hija del autor en una fiesta. No la volví a ver más. Todavía tengo pendiente leer esta novela. Le cogí manía a la generación de los 70 y con leer la nada hecha pedazos cerré el capítulo de lecturas. Mal hecho. Por Mercedes, la hija de Alfonso García-Ramos, deseos tengo de leer a este autor. Aquí en esta bibloteca del parque La Granja he ojeado su libro Tristeza sobre un caballo blanco. Una prosa contundente. Un modo de contar que no se anda por las ramas. Mañana, si puedo, no me pierdo lo que va a decir Eduardo.
Esa es mi vanidad. Leer lo que quiero leer y oír a quien quiero oír. No la he que me incorporaba mi amigo hermano ayer por el móvil. Odio los móviles. Nos están haciendo un daño atroz. Sí, es paranoia lo de atroz, pero daño sí que hacen. Apagar los móviles y salir a caminar y encontrarnos en los caminos es lo que necesito.
--Estoy asqueado de la vanidad de los escritores. Voy a hundir, a mandar al fondo, esa nave de los locos. Huelen a podrido --rugía mi amigo.
Yo vanidad de escritor no tengo, a menos que con el Gigoló supere al Marlou Diésel de Marcelino Marichal, y no creo. Pero me sé la fábula del león y el ratón. El león se iba a comer al ratón. El ratón le dijo que el día de mañana podía serle útil. La fiera se echó a reir, y como le hizo gracia aquel don nadie lo dejó marchar. Otro día el león quedó atrapado en una red. Con el rabo metido entre las piernas. En esto llegó el ratón y lo libró de su cárcel. No sé si al ratón le dio un ataque de vanidad.
A mí ataque ninguno. Me considero tan bueno como Juan Royo. Y eso me llena de orgullo, pero yo escribiendo sufro. Tengo orgullo pero no vanidad. Hoy el Papa me dio una lección.
--¿Cómo llevas el libro?
--Buf.
--Claro, se te ocurre una cosa nueva y tienes que repasarlo todo. Sería distinto si escribieras algo personal.
Me suelta cada una que me deja patinando.
Yo con el Papa estoy tranquilo cuando tengo poco dinero. Me río si me lo pide.
En fin, en una tierra que ha olvidado miserablemete a Venanceo, sí quieres tener vanidad mándate a mudar.
Ayer me mudé pa La Laguna con Ramón y allí nos encontramos con Xuan, Ginés y L. Otra vez gran noche de jazz. Lady Nada no fue. Pero la cantante me cautivó. Gracias a Ginés que salió al teclado. He vuelto a recuperar el gusto por el jazz.
Lo demás es vanidad. Vanidad voy a tener si el cuadro que me pidío Cristian se parece a la modelo. Pinto lo que él no me pidió. Qué hombre de poca fe. Pero qué buen cocinero.

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