miércoles, 9 de octubre de 2013

Ayer estuvimos en la radio Ramón y yo con Juan Andrés Herrera, que se ha dado a conocer como novelista con La casa de las flores rotas, editada en El Gato Rojo (Málaga) en 2011. Y una próxima la editará en la colección G21. A pesar de que aún le sobran frases, innecesarias, y un mejor sentido músical (las palabras, aunque se lean en silencio, entran por el oído), tiene valores su novela muy gratos. Aunque le falta esa música que logró admirablemente JRamallo desde Ensalada de canónigos y, después, en las tres corrientes narrativas que fluyen en Cucarachas con Chanel, no hay impericia en la obra de Juan Andrés, al contrario. Empezando por un motivo que mueve el espacio público de la novela, la construcción del manto de la Virgen, símbolo (don Manuel, el satre) del propio novelista construyendo su novela, pero también como ejemplo del artista vendido y el artista auténtico. Cuando llegue a la postrera página, hablaré con más detenimiento.
Al final del programa, en la tasca de 3 de Mayo, Ramón indagó si Juan Andrés había leído Cucarachas
--Quiero leerla, pero me dijeron que es una novela experimental...
Reprimí preguntarle quién fue la lumbre mental que dijo ese despropósito. Innovadora en muchos aspectos, sí. Pero experimental ni un gramo, ni una palabra. Tres engranajes principales, forman una máquina que es un suicidio no conocer (si uno quiere de verdad seguir siendo novelista), y que hoy por hoy es el logro más alto y maravilloso que tenemos desde Agustín Espinosa. Críticos que obvien la novela, o son idiotas o mala gente. Si son mala gente, vale. Estamos salvados. Pero si son idiotas, que la Virgen nos proteja. En cuanto al editor, el amigo Anghel, tantos elogios entre ayer y hoy he oído de su trabajo y generosidad, que me olvido de cualquier crítica al editor. 
Sobre la novela de Ramallo, he seguido pensando y escribiendo en mi casa, y cuando terminé, o ponga ese punto final que requiere toda vida, lo iré mostrando aquí. 
Aquí donde escribo, biblioteca de Casa de la Cultura rota, he hojeado en las esperas La estrategia del pequinés, de Alexis Ravelo, que sí tiene música, y de la buena. No conozco toda la obra de Alexis, pero si hay que pelear, lo contrato, al precio que sea. 
Y como veo que en Buenos Aires admiran a un escritor que no tiene nada que ver ni con la corrección ni con la incorrección política, Juan de Mena, algún cuento más tengo que contar. Me gusta contar a mi manera los cuentos de otros. Y de la poesía prometida, no me traje el libro de donde, milagrosamente, brotó. He repintado la portada, que quedó más interesante, y todavía está fresco el óleo. Otro día.

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