lunes, 21 de octubre de 2013

dores. Hoy pude llegar aquí no sé ni cómo. Pero no salta la línea. Se esconde a la izquierda. Bueno, es lo que hay. Lo que hay es que el otro día en La Granja me fui y dejé las notas sobre la novela La casa de las flores rotas en la mesa del ordenador. No creo que hayan guardado los papelitos. El otro día me... mierda, esto me hace otro extraño y se me pone bien la página. Los genios existen. Vamos a ver que deseo le pido después. El primero es acordarme de lo que escribí, pero tengo la cabeza pesada para acordarme de nada. Mejor paso de ese deseo.
La novela tiene dos partes. En la primera Guacimara es un encanto poético, en la segunda un monstruo lascivo. Esta segunda naturaleza de la mentirosa Guaci la veo yo entre líneas. A lo mejor no están en la novela. Y los personajes malos (Doña Cochino y don Cochino: la madre de Guaci y el hermano, hermano de la madre, tío de la bella coqueta de la casa rodeada de pájaros, el cura del pueblo. Todo el tramo medio lo vemos como un tipo al que si lo sepultas en piedras haces un bien a la humanidad. Y el otro tramo, como el único individuo razonable en toda la historia.
--Conozco a muchos hombres y ninguno habla como tú de sí mismo en tercera persona --le dice, más o menos, Guacimara al culpabilizado Juan.
Y el hombre no le pregunta quiénes fueron esos hombres. (El jardinero Julio y Saturno, el sargento de la Guardia Civil, esos son evidente, por lo menos entre líneas.)Tanta curiosidad y no se lo pregunta. Así es el amor, hasta que despierta. Entonces ya no tiene que preguntarle nada. Ya habla en primera persona y el concurso lo ganaron los Cochino, y el homosexual don Manuel, maricón de mierda, a tomar por culo. Por lo menos el sobrino se libró de la quema. ¿Qué manto ganó el concurso del Cabildo? Duda que me queda.

Y ahora salgo de aquí, porque no hace más que avisarme de errores. Que queden las erratas y hasta la próxima, a través del infierno.



No hay comentarios: