miércoles, 7 de junio de 2017

arte decadente

Pepe:

¿Como está el mundo? Yo aquí poco a poco termino una novela. El polo opuesto de La isla del tesoro. Está bien que el autor no se inmiscuya en la historia que está contando. Pero el autor de esa novela, que se alimentó de otras novelas, se alimentó también  de sus visiones infantiles. Narró como un niño.
La novela que te digo, la que leo aunque no me convence, el autor tampoco se introduce personalmente en la obra pero no narra como un niño, narra como un sabihondo que cree sabérselas todas.
Las otras lecturas las tengo en Feibu y en los Blog. En este lado de la pantalla, como dice Eduardo. En F sigo con agrado a Alba Sabina y Jordi Solsona. Son narradores tiquismiquis, criticones. El otro día oí en la radio que los pueblos criticones gozan de mejor salud. Pero de la radio tampoco te puedes fiar. Anoche un programa largo metiéndose con la acupuntura, la homeopatía y otras pesudociencias, decían ellos.
La cura humana es comer con gusto y tener hembra que te dé calor en invierno y frescura en verano. Yo a veces pienso como médico. Debe de ser que de niño no jugué a los médicos. Se me quedaron esas ganas.
Y combatir las humedades y administrar la basura y etc.
En fin, persecuciones con motivos económicos, seguramente. Torquemadas de la ciencia contra las brujas de la pseudociencia. Miedo me da. Viven jodiendo.
En fin, Pepe. Dejo esto, que me enrollo y no paro.

Murió Juan Goytisolo. Yo no lo he leído. Royo me ha contado alguna de sus novelas y me dejó con ganas de leerlo. A otro autor que sigo en Facebook es Juan-Manuel García Ramos. Este le reprocha al otro que no haya hablado nada en favor de los saharauis.
 Vivía contento en Marruecos. Suerte la de un hombre que halla en el mundo un lugar que le agrada. En buena ley, un autor interesa por su obra. En la vida personal hay que preguntárselo a él. ¿Se lo preguntaron?
La historia del Polisario tiene detrás siete pescadores canarios.
Bueno, Pepe. A ver si hablamos de pintura, que es lo que importa. Lo demás, vamos a ponernos guapos, es arte decadente.

Chito



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