miércoles, 23 de agosto de 2017

¿

Pedro llamó. Hombre clave de los tiempos de la animada juventud. Esos tiempos los rememoro en la novela que ya considero concluida. Pero no es una biografía. No hablo de Ídolos de bruma, de Roberto Cabrera, una novela representativa. Marcelino la recordó anoche. Preguntó por ti. ¿Qué le iba a decir? Noche de calor. Una brasa del cigarro  me quemó los pantalones. Aparcamos en la avenida Madrid. Vimos una mesita libre. Camarero sonriente. No se aclaraba con lo  que había en la cocina y las cervezas las puso casi del tiempo. Cerveza caliente, noche de calor y dos mujeres al lado.
Una predispuesta a entablar palabras alegres con Marcelino. Yo me fijé en la otra. Cabello hasta la nuca, frente lisa, labios bembosos, ojos claros, nariz como una coma bien puesta, muslos generosos. Ella  a mí no me miró ni de reojo. Estaba enfrascada en contarle a la amiga sus aventuras matrimoniales. De rompimiento matrimonial y juicio. Marcelino la oyó y me lo contó más tarde en el callejón de los progres, también venido a menos. Dos cuadros de Koliac en El Desván.
--Te gustan? --pregunta.
--No  sé.
Hablamos de arte. Concretamente del cuadro de la artista Cecilia Giménez. Lo tenemos como referencia estética y folosófica en uno de los ejemplares únicos. Ahora lo consideran un icono del arte en el siglo XXI. Estoy de acuerdo. La artista hizo de la torpeza virtud y superó a Duchamp, demasiado intelectual.

--La rubia --recuerda Marcelino el diálogo de una de las mujeres, la que yo miraba-- decía que le iba a ganar el juicio al marido y le iba a sacar un montón de perras...

El callejón está desganado. Nada anima a pedir otra copa.

Por el mediodía había estado en la rambla. No ardían las ramas de los  laureles. Nadie conocido indicaba un tesoro en la Espiral. La escultura de Miró también está muerta. Qué tumba para tan grande delirio.

Me lleva la inercia. Como el corredor que está próximo a la meta y tiene deseos de ABANDONAR pero sabe que si no llega, todo habrá sido en balde.
Las amigas de buen ver se hacen las sordas. Me miro al espejo. No hace falta mucha lógica para comprenderlas, por mucho que la vecina galante diga que soy guapo y atractivo. Soy feo y desactivado. El amigo Titán habló de pasar noche en playa. Ni playa ni noche. Y tú...

Chito

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