lunes, 8 de abril de 2019

El asunto de la casa del norte y un sueño de pimientas del que desperté en una realidad no grata, me tienen revuelto los intestinos.

La buena intención que pude tener con lo de la casa acabó empedrando el infierno. Sirvió para que el enemigo tenia que tengo subiera tres peldaños más. Y los nuevos dueños se estén haciendo el longuis con un pequeño trozo de tierra que no entraba en el trato. El recuerdo del sueño me paraliza y acordarme de la casa y lo que sucedió me llena de bilis.

Es asunto mío. Lo escribo para conjurarlo, pero me temo que no existe conjuro ninguno.

La casa donde vivo está habitada de humedades y fantasmas.

Nada más. Sigo con la rabia de una cosa y el remordimiento. No me diga nadie nada. Es lo menos que necesito.

El hombre es el único animal que tiende su propia trampa, solía decir en la juventud, donde uno habla al sabor de la boca.

No es verdad.

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