viernes, 12 de abril de 2019

Le gusta preguntar sobre la vida social, familiar y sexual. Pero le molesta que la corrija en la forma de hacer la comida. Se amula.
--Cuál es tu apellido?
--No tengo apellido.
Y se instala el silencio.

El vecino jardinero me pide la escalera. Es de él. Se la doy. El ayudante va a cortar las ramas de la pitanga.
--Le pediste permiso a Nicolás?
--Sí.
--Hay un nido de mirlos.
Como si nada. Empiezan a cortar. Me dan ganas de salir con un balde de agua y tirárselos encima. El balde. De hierro. Que les ilumine la cabeza. La cordura es ser hombre de ley. Soy hombre de ley. Me callo. Viene a decirme lo guapo que queda el jardín. Le digo que no me hable, y que sepa que está cometiendo un delito. Tu discurso político es una pantomima, y lo bueno que has hecho lo anula el gesto que has tenido. Le viro la espalda y entro en casa. El otro, el ayudante, triunfante silva podando y podando. Por lo menos éste sabe silbar. Llega Nicolás. Sí, los dejó podar pero no tanto. Vuelve el jardinero con la broma. Le recuerdo que no tenemos nada que hablar. Terminan de podar. Recogen herramientas. Se llevan la escalera.

La mujer sin apellido ablanda el gesto cuando se despide. Yo también. Ella sube la calle y yo la bajo. A la altura de la vecina de la puerta abierta, está de charla el jardinero. Hasta luego, Jesús. Ya mi voz es un rugido. Al instinto lo aplaca la inteligencia, que es la ley. La ley prohíbe un acto violento. No se puede responder a un delito, dañar el nido de un mirlo, con dañar al dañador. La ley de Talión está abolida.

Llama Marcelino. Hablamos de Caperucita Roja. Los negocios están cambiando y lo que hacliams Pepe&Chito con los ejemplares únicos, es una labor que puede tener porvenir como negocio en la demanda editorial que imponen los nuevos valores. Feministas. Eso dijo ayer la moderadora, Ana Hardisson, en la charla filosófica de Cajacanarias. El asunto era el laberinto del mundo actual. El diagnóstico, que vivimos en el colapso. Un orden social se derrumba y no aparece otro. Ese otro es posible que sea logrado por el feminismo. El sociólogo, Wolfgang Streeck, dijo que biologicamente está demostrado que la mujer es tan lobo para el hombre como el hombre. Hillary Clinton destruyendo el equilibrio social en Oriente medio, fue un ejemplo. Amelia Valcárcel aclaró que el problema no era biológico sino político. Como si se pudiera separar lo uno y lo otro. Si te pones a hacer chiste puedes decir que el problema es biologicamente político o políticamente biológico. Sea como sea, en lo que la mesa toda estaba de acuerdo es que estamos en decadencia, tiempos oscuros. La píldora mágica de Valcárcel, si es que la hay, sería embridar el dinero. Me quedo con esta expresión. Ya la comprenderé.

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