martes, 5 de octubre de 2021

 Mi amigo Dani, felino apacible pero que guarda controlado el fuego de un volcán, vino por casa y me arregló el móvil. Me puso a funcionar el fb y el wasap. Ya está completo el aparato. El apagón de fb lo achaqué al ordenador y ya estaba a punto de avisar al Cabeza, mi tocayo el informático, cuando volvió la cosa. Apagón mundial. Qué bien. Mal de todos, consuelo de tontos. A ver si los rayos solares esos joden internet y paramos este disparate. Volvemos a retroceder. A veces lo revolucionario es retroceder. Las conversaciones con Dani son filosóficas pero también mundanas. Le pregunté por el amigo ausente. Me dio buenas noticias. El amor se alegra de que la gente amada (con sexo o no) esté bien, y bien acompañado. A veces echo más de menos a su novia, grata e inteligente muchacha, que a él, y esta vez sin conatos de desear a la mujer de mi prójimo. Cosa que no puedo evitar con Jely. Cada vez que me ve en la calle (una mujer casada en la ley de este barrio no entra en casa de un hombre que vive solo) aunque esté apurada se para a hablar conmigo y se interesa por cómo estoy, sinceramente. A veces me entran ganas de decirle que necesito el calor (del cuerpo) de una mujer como ella. Pero mi conciencia moral (conciencia moral machista) me impide insinuar nada a la mujer de un amigo. Nicolás lo es. Hoy en Ibrahim por la mañana estaba hablador. Empezó dando la lata con que un día iba a cortar la palmera que está creciendo en mi parcela. ¿Por qué no te cortas tú los huevo?, le dije. Luego pasó a que tenía que cerrar la ventana de arriba porque vio al gomero y al otro bolichero acechando la ventana.

--El flaco sube arriba como nada y te roba todo lo que tranque.

A lo mejor me tranca durmiendo y me roba a mí para venderme al peso para carne de chorizo de perro. En fin, tendré que cerrar la ventana grande, por si acaso el Nicolás por fin acierta en uno de sus vaticinios lúgubres. 

No fui a la ciudadela negra con Sebastiano, 

Le dije que me avisara. Conecté con Gorila. El opio es lo único que me fortalece el cuerpo y me da ánimos para seguir trabajando. En la medicina oficial, puede que la doctora de La Candelaria me restituya las inyecciones antiartritis. Pero mejor si me recetara opio. Por lo pronto controlo la dosis. No me paso. Pasarse con cualquier droga, alimento o brebaje es caer. Y no estoy yo para caer más.

Nguyen parece advertirlo. Me dice que no me curo porque no creo en ella. Le digo que sí, que creo en ella (su energía me tiene asombrado). Y me contesta que entonces tengo que creer también en lo que ella dice. Ahí ni creo ni dejo de creer. Hoy cuando bajé del hospital (me levanté a las cinco de la madrugada para prepararme y llegar a tiempo) me acosté en el sillón y ya estaba adormilando cuando me llamó porque me tenía un regalo. Si tú me dices ven... En fin, me espabilé y fui. El regalo era alimentos de lujo y una botella de vino de lujo. Durante unos días estaré bien alimentado. La botella no la quiero abrir. Gorila quedó en traerme dos copas de vino y dos tazas de café. La taza que tengo tiene el asa rota. Superstición antigua es que tener cosas rotas en la casa no es bueno. Ahora me falta no estar roto yo. El opio que me trajo es excelente. Me ha reanimado.

Pues a trabajar, maldito.    


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