viernes, 1 de octubre de 2021

 Helena me dice que seguro que yo tengo una querida por algún lado. Le digo que no, querida en toda la palabra no tengo ninguna. Queridas platónicas tengo 4 o 5, si no más. Aunque las estoy reduciendo a 0. Aunque el matemático amigo  de Ramón dijera que esto  no es así, sigo en mis trece de que 0 = Infinito. Pretensiones de bobo las mías. El burro flautista  que descubre el teorema de Pitágoras y en realidad aún no sabe lo que es una raíz cuadrada. Yo fui buen matemático de niño hasta que llegué al instituto. Aquí el profesor no supo explicarme el algoritmo y abandoné los números. Me metí en las letras, pero esto es otra historia.

--A la novela El delator le disparo a los puntos de flotación --me dice el entrevistado. 

Ya me lo decía mi mujer. Tú defecto (uno entre otros) es que no sabes decir no. Así que no supe decir no, y me metí a entrevistador. En buena ley, habría que hacer 2 entrevistas. Una en la que el autor contesta por escrito y otra en la que sus repuestas son habladas, de viva voz. El lenguaje común frente al lenguaje construído. Creo que está va a ser la siguiente pregunta. Su novela, la que le dio alas en la juventud, relaciona un viaje exterior con un viaje interior. ¿Qué puente une ese exterior con ese interior? Agustín es un pensador, hay que hacerle preguntas intelectuales sin son por escrito. Bueno, a ver cómo sale.

Me pongo aquí para hacer tiempo y no acostarme antes de las doce. Vivo durmiendo. Vivo soñado. Si el sueño camina bien, dormir es medicina.

Mañana me espera La Laguna, dios mediante.

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