sábado, 11 de septiembre de 2010

Kambak con Marianella

Fue que no fue hoy el viaje a la grata Las Palmas
donde don Víctor Ramírez los corridos canta
con el murmullo de guitarra y la voz del alma.
Era de la mi sobrina día de cumpleaños
celebrar obligado pa cojurar los daños
y que la fortuna la aleje del mal engaño.
Decidióse almuerzo campero en La Orotava,
villa y ciudad de las fogosas balconadas.
mas hoy no pudo ser esa dicha celebrada
(desde La Coruña, no pudo volar Famara),
no se encendió el fuego de leña bien perfumada,
y vino Hacienda Perdida, curvina salada,
queso de cabra, el que embruja el paladar
enjugado con frescas moras, buen manjar,
papas negras y verde mojo, entre el mar
en calma, serenas nubes y el dormido Teide,
ya hoy sin nobles guanches ni sus bravos menceyes,
insacro monte, reo de extranjeras leyes.
Sin embargo, el cuerpo lo bañé y lo vestí
con limpio pantalón y camisa carmesí.
Fue así que fue real el Kambak, adonde fui
cuando acaeció la diosa de rosáceos dedos
según en la Iliada la nombró el Homero
entre rabiosos dioses y dignos guerreros;
Al Kambak fui, en guagua, tranvía y andante
a saber del serenante frescor de las artes
con la color de Marianella, bien presentada
por mi amigo don Anghel, que supo retratar
con palabras las pinturas de alegre despertar,
colores del buen vino, color de la naranja
y de las flores de casi todos los frutales
de los vergeles de Arabia que fueron reales,
y entre amenas frutas maravillosos soles
de gratas sutilezas, encantos de la imagen.
Poco pude ver y hablar con Pilar Pomares,
mas vi a Benita, y le pedí, sin reparos,
un ejemplar de su libro de versos esperado,
y hablé con Lorenzo de los cuentos del gofio
que una feliz noche de luna soñara Juan Royo,
y un día fue posible. --El cuento de Pacheco
es diálogo de besugos... el de Palarea
tiene un final malo, fatal, y lo estropea;
de ciencia ficción, Jesús, allí no hay casi nada... --
criticaba, voz tronante, el doctor Laureano
de Lorenzo, habitador fiel de Los Cristianos.
Preferí el acento alemán de una mujer bella...
empero, lector, deja mejor que no hable della
no sea que se enfade conmigo otro amigo,
porque de amigos que mal se me han enfadado
ya tengo, mi pena, como en lata las sardinas.
Me suena esa música a ingratas sordinas.
Me quedo con cuadros de la pintora Marianella,
ojos de lucernarios y los labios de grosella
en el gran Kambak de Henry y Samira.

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