sábado, 10 de diciembre de 2011

notas sin música

Por fin, el TEA tiene abiertas sus pantallas públicas. Estos tiempos de apagón --no explicados-- son un freno a la alegría del paseo desde La Maldad hasta la zona puente Serrador. En fin, ojalá terminen los apagones o que sean ya definitivos y no estén vacilando con las rutinas de un humilde habitante de esta ciudad de Santa Cruz.

Coincidencia: El Escritor Escondido nombra al conejo, en relación con el último filme editado en Zoo punto cero, dirigido por Dr R. (Algún día sabré cómo enlazarlo a este blog; por lo pronto, se puede acceder a través de El Bosque Quemado blog, donde Ramón Herar despierta después de un largo letargo con cristales rotos, y temibles gatos azules, peor que las velas negras de las brujas). Pues bien, en bajando al Tea, encuentro un papel del Consejo insular de Caza. XXX, en relación con el Parque Nacional del Teide "señala que después de realizados los censos se ha detectado que la población de conejos es baja y considera que no es conveniente introducir la escopeta en el Parque". En otras líneas, se informa de que, en la zona sur, "no ha habido daños excesivos este año por conejos, aunque sí por ratas y que la máquina segadora del Cabildo a día de ayer solo había matado accidentalmente a tres o cuatro conejos en toda la temporada". En fin, ninguna relación con la lejía de una de las técnica pictóricas del CNR en la Academia Chitoski, más acorde con la película que vimos ayer, en este mismo edificio, el Cuervo, una dama amiga (mi temor a María Antonieta me impide revelar nombres de damas, por ahora) y un inseguro servidor. Una película de pintores en Mali, con Barceló en el telón de fondo. Me hizo soñar por la noche con la boda imposible de un negro con una blanca que tuvo que dejar su vestido de novia tirado en medio de un camino de tierra. El sueño contenía vasos de vinos puestos al revés sobre la barra de un bar, sin que el vino que contenía se derramara ni una gota. El sueño terminó con que la parte norte de la isla se oscurecía, dando lugar a una helada noche sin fin, sin que nadie pudiese saber el porqué de ese "eclipse". Hace tiempo que no anoto los sueños. Hubo una época en que me dediqué a escribirlos, nada más despertar, en ese momento en que imágenes y diálogos oníricos están presentes en la memoria. Tal vez me decida a recuperar aquella costumbre, de la que conservo unos diez cuadernos.

--¿Es usted el hombre que roba todos los corazones de las mujeres de esta isla? --dice mi bella amiga del norte.
Se refería a mí (María Antonieta me acusa de seductor peligroso, y mira por dónde, hasta puede que su, en principio, delirante acusación, me reporte, después de viejo, el sabor de buenos conejos isleños, si la ley o las normas estamentales no me lo impiden. La ley no es justa, pero es la ley).

Termino la "novela" de Charlín. La leyenda de Fukaeri. El libro me ha gustado. Historias superpuestas y una visión del escritor y su mundo dignas de atención. Con Fukaeri comienza un "curso" narrativo en esta isla que, profetizo, va a tener una importancia crucial no sólo en lo que llaman "nuestra literatura". Espero con cierta falta de paciencia, no ya la publicación de Libro del Cuervo (como en natural), sino Cucarachas con chanel y Puerto Santo.

Y ahora, hasta otro momento, si el Tea y su sistema lo permiten.

(PD. Sibi, pronto te mandaré la camisa del CNR y los índices de las "lunulas".)