viernes, 23 de mayo de 2014

El patio se puebla de retratos amigos. No estoy solo. 

Veo en un mirar
lo que dice el viento,
oigo en un hablar
lo que vale el tiempo,
entro en lo que fui
durante un sueño.

Retratos Y paisajes. Nuevas lucen iluminan lo que era agua oculta. 


Ayer me sucedió cosa curiosa en casa de Marcelino, mirando el cuadro Cristo crucificado en el burdel de la montaña. Uno que dije que tenía aires de Chagall. Hasta ahora he pensado que un cuadro no es sólo su nacimiento, sino su madurez. No es lo mismo un cuadro que no sepa envejecer que uno que sí. Lo que quiere morir hay que dejarlo morir. Estaba en contra de la restauración de obras maestras. Ahora no sé en contra de qué estoy. Supongo que de nada importante. Pero lo que está pasando con ese cuadro, si no fue el segundo copetín de Aldea, es que no envejece sino que rejuvenece. 

*
Me encantó Andrés Chaves en su charla en el Casino de los Caballeros. No le pregunté que reputación tienen actualmente las señoras del Casino, recordando la vez que un caballero llegó con dos mujeres de la vida y el portero, creo, le dijo que no podía entrar porque sus acompañantes eran señoras de mala reputación.
--Perdone --contestó aquel--. Estas señoras son putas. Las de mala reputación son las que están ahí dentro.

Hubiese sido de mal gusto hacer esa pregunta. Son cosas que un caballero debe averiguar por sí mismo. A lo mejor me hago caballero. El Casino me agrada. Tiene cuadros que valen la pena. 
Y Andrés Chaves, como un tenista que jugara contra sí mismo. Desdoblándose en dos mitades convergentes. Un artista de la palabra, por mucho que Juan Royo diga que no tanto. Tanto sí. Anima leer el periódico porque, hasta cuando escribe aburrido, alegra la columna de este hombre. De elegante y alegre vestir. No sé por qué odia que lo llamen gordito. No es gordo, pero gordito sí, un poco.

*
Hoy Francisco, un pintor argentino, inaugura a las seis de la tarde en la calle Obispo Redondo. La Laguna.
*
Primer capítulo del retrato de un poeta que bebe solo en el blog de JRamallo. Último capítulo, en un patio de La Maldad.

No hay comentarios: