jueves, 8 de mayo de 2014


Y aunque yo por mi inorancia
con gran trabajo me explico,
cuando llego a abrir el pico,
téngalo por cosa cierta:
sale un verso y en la puerta
ya asoma el otro el hocico.

Martín Fierro
 

Es curioso como unas manos inocentes pueden ser amenazadoras. Me refiero a uno que está a mi izquierda, con el teclado del móvil. Me está poniendo nervioso. No es el gesto en sí. Cualquier gesto es odioso. Es la persona. Ganas de levantarme, salir a la calle, encender un cigarro y leer Martín Fierro, que acabo de pedir prestado a Lindasonrisa, una empleada de aquí, de La Granja. Cara de ratita sabia y ordenadamente pequeña, frasco de buen perfume... El godo (lo siento, era godo, pero de eso seguro que él no tiene la culpa) se acaba de levantar e ir. Voy a tener que seguir buen consejo y poner internet en casa. Bajar a La Granja es un motivo de paseo, pero ahora tengo otros motivos, otros jardines, otras selvas, otros abisnmos, otros laberintos.
 Y una tarotista dice que me mire la próstata. Sí, y que se mire ella el conejo. El sexo es importante, pero cuando llega el momento de parar, se enamora uno de la Virgen, como muchos trovadores provenzales, y solucionado el problema. El amor a la Virgen hace posible que el canto de amor sea aún verdadero. Amor platónico, el más duradero. Pero antes tengo que despedirme de la hombría. Un último polvo. Las señales indican que va a ser dentro de un armario.
En Tres sombreros de copa, Miguel Mihura coloca a dos espóradicos enamorados cobijando dentro de un armario. Y la otra obra interesante, pero bastante menos que la del español genial, leída en los últimos meses, la de Sasha Grey, aunque con menos gracia y encanto que Mihura, también relata un encuentro amoroso dentro de un armario. O sea, a preparar el armario. Me llevará su tiempo, no se apuren.

Hoy Sur hermoso y melancólico con Nube Pasajera. Cómo no recordar a Sita al pasar por Los Cristianos, cómo no recordar a Cruci al pasar por las Chafiras, cómo no recordar a Argelia... y a Quico, la última conversación que tuve con él en la fiesta de cumpleaños de Sita. Interesante. La aproveché en la novela El gigoló. Vuelvo a cogerla. Ahora que me ha surgido editor, es la que tengo ganas de meter en estampa y sacarla a la luz. Y Lunula creo que va a seguir, pero esta vez cargo yo el peso, voy a demostrar que peleo como Sombrita, aunque corro el riesgo de quedarme en Legrá. 
Los ejemplares únicos los he dejado de lleno. Mi espíritu está completamente inmerso en otro Sol que nace y que me llega de Vietnam. Amo Vietnam. 

Lo demás son escrituras en una pantalla. 
Acontecimientos cómicos, el del godo mártir, con añadido de nuevas investigaciones sobre la escritura en Canarias que es historia ejemplar. Cervantes la hubiese firmado. Ayer vi a Pepe Rivero Vivas en San Andrés. Me olvidé preguntarle si conocía la nueva obra. Quien pregunta obliga a mentir. No se lo pregunté.

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