lunes, 16 de junio de 2014

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Los holandeses primero mostraron los dientes, demostraron que sabían morder, y luego la inteligencia, la estrategia. Quien no tiene dientes para morder, que no sea tan valiente mordiendo con las palabras.
--Cuatro tiros se está mereciendo. Se ha convertido en un mercenario de ABC... --ruge Pedro en un banco frente a un kiosco de la Rambla. 
Me pregunto adonde hay que ir a apuntarse de mercenario. Ya los soldados patrióticos no me los creo. Los soldados de fortuna son los reales. Como los españoles en Brasil. ¡Cuánta ganancia! ¡Cuánto pasar de héroes a machangos publicitarios! Me libré de banderas españolas en el barrio. Lo que me faltaba, banderitas españolas perturbando a la rata que camina por los techos. 
--Con la bandera me limpio el culo --decía un chiste en la época de Franco.
Total, que el que sigue en pie es Las Palmas, con Valerón. Lo siento por Ibrahim, que este nombre --Las Palmas-- "pronúncialo tú si quieres, pero yo no lo pronuncio".
Pedro se mete con el Casino de los Caballeros.
--Españolistas... --seguido de sermos vulgaris que ya son palabras que poco muerden--, el odio a lo canario... 
El petróleo, Soria.
Aquí ya sí intervengo. Le agradezco a Soria (si es hijo puta o no me da igual, un hijo de puta respeta a otro hijo de puta) que haya parado el cuento de los enloquecedores postes eólicos. 
--Hay mucha letra pequeña en lo de los postes eólicos.
--Sí, la que contó Vázquez Figueroa una vez en el parque.

En el parque estuvimos hace un par de semana nosotros también, mi amigo el escorpión y yo-- con Colección Animal. Ejemplares únicos más relacionados con los subterráneos que con los aires. Pero que afloran al aire con una fuerza que, si no controlamos, nos machaca. Controlamos el sábado pasado en La Rambla la fuerza. O hay atracción o no hay. Esperábamos la llegada de Juan Royo --para preparar un viaje a Santa Bárbara --Icod--; de Marcelino --un viaje a Ijuana--, o Eduardo Rojas --un viaje a La araña, escultura de Mirot en el tramo de la Rambla sobre el gran barranco. No vino nadie con la logística. Nos protegieron los dioses. Una pintora se posó en una mesa al lado y un actor en la mesa del otro lado, y enfrente dos mujeres, una mayor y una joven. Nos acompañaron el resto de la noche. Escorpión durmió con la madre --eran madre e hija-- y yo con la hija. Una se quitó un vestido granate, la otra una falda verde vegetal. En la sala de su casa, a oscuras, durmieron Chica mala y Munchito. Etc.

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