domingo, 12 de octubre de 2014

divagaciones en San Andrés

Ayer Clara me llevó a San Andrés, refunfuñando pero me llevó. A veces necesito comunicarme con los laureles de la Muralla. Crecieron conmigo. Muchos días y noches sus ramas me acogieron. Hasta que cumplí los veinte años, mi devoción era posarme en las ramas de los árboles. Lo de andarme por las ramas vino después. 
Clara se interesa por los proyectos que tengo entre manos. Ahora he decidido meterme de nuevo a empresario. Empresario por amor al arte. No dejar morir una criatura que en cierto modo engendré y que ayudé a crecer. La eduqué en la moral del buen negocio. Adquirir lo más valioso al más bajo precio. Ahora ya no pienso ni en precios ni en valores, sino en que la nave siga navegando. De lo que se trata es de lograr el objetivo con el mínimo esfuerzo. Me estoy volviendo un gandul. 
Clara me pregunta por los amigos, los más o menos amigos. Ramón en el Sur estudiando recovecos de Arico y fabricando la portada de la próxima novela de Charlín. Marcelino entre el Banco de España y el Ayuntamiento, con viajes al norte y a La Gomera, y de vez en cuando alguna subida a La Maldad. (Ayer terminaron en la plaza de Ibrahím los festejos a San Gerardo, con una Beñasmén en octubre, con la presencia, camisas azules, del presidente del Cabildo y del Alcalde); José y Chani... Bueno, y las amigas. Trini también desaparecida, Carmen más visible, no sé si por mí o por el gato Lucas, que se me enfada porque no lo dejo salir a la calle y tengo que llamarlo al orden. Donde manda patrona, obedece el marinero. Sita hace tiempo que no la veo. Etc.
Le entra curiosidad por mi obra inédita. Le hablo de las que puedo ahora sacar a la luz. Al final me he dedicado a terminar Vertical blues. Sé el trabajo que le queda a esa novela, trabajo mecánico, pero tengo que ponerme. Otras, El gigoló y el diario del viaje a República Dominicana pueden esperar. Le hablo de otra obra, más secreta, inspirada en el realismo punto cero de JRamallo, llevado al fondo. El fondo a la izquierda. El fondo son los nombres propios. El nombre es la palanca que mueve el mundo. Esta no la publicaría en estos momentos. Necesita la intervención de por lo menos dos amigos: El viejo José y mi amada Carmen.
Menos mal que Clara no es celosa. Y los laureles de la Muralla disiparon su enfado.
--¿Siempre fuiste de bares? --pregunta.
Los bares en mi vida, podría ser otra novela. Pero el novelar se tiene que acabar. Basta con lo que hay. Con las criticonas del pueblo, cuando yo era niño, aprendí las coordenadas de una apreciable novela. Lo que interesaba a esas mujeres, es lo que pide una obra que se precie. Eran entrevistadoras finas. Una entrevista me gustaría hacerle a Anghel. No sé si podrá ser.El hombre tendría que ponerse a tiro y someterse a las preguntas de Clara y mías, si cuadra. No sé si es mucho cuadrar. El sabio comienza por la más simple. Lo más simple es no hacer nada.








No hay comentarios: