miércoles, 1 de octubre de 2014

dos novelas (1)

De Divisas de las hojas (ya comentaré) a Secretos de Cuba, posado en las noches, cuando apago la luz de la Lámpara, sobre El fulgor del barranco. El azar también tiene su lógica, su filosofía, su criterio de razón. El mismo azar que pone sobre la mesa de Morgantani, en el patio, una entrevista en "El Perseguidor" (Diario de Avisos) a Ignacio Gaspar. Sin desperdicios. Ignacio tiene una obra grande, rotunda; y otra más experimental. Aparte de escritor, es un guerrero.
 Hablaré otro día más detenido de la novela de María Teresa de Vega y de la entrevista a Ignacio. Secretos de Cuba es genial. Es una obra que la lees según está escrita, y la lees según no está escrita. El que narra la historia, el viejo Gonzalga, que se la cuenta a otro que la escribe, da pie a otros registros. Entre los episodios cruzados que tienen lugar en la Habana, aún española, Gonzalga cuenta su vida en Cuba. Quiere quedar bien, a pesar de los remordimientos que le produce la muerte de Mercedes (una enamorada espiritual que necesita la cercanía física del amado). En cuanto Gonzalga escapa de amor tan acaparador, la chica no lo soporta y se deja morir. Antes de tan triste suicidio, a ese, joven entonces, enamorado de Sor Milagros, no le desagradan los contactos con Mercedes en una casa de campo ni, luego, con doña Antonieta, la anfitriona, una mujer de treinta años casada con un viejo de sesenta: don Fermín. Este Fermín es un laja con alcurnia. Es de la crema social. Se disfraza de santurrón para dar imagen de beato. Es a la vez el mayor criminal del hampa. El jefe de la casa del Crimen. Donde el incauto que se va a pelar cae por una trampilla sobre una mesa con clavos y, si no muere en el actor, el bueno de Pablo, esclavo procedente de Etiopía, le da el machetazo de gracia y destripa el cadáver. Separa la carne aprovechable para hacer dulces, pasteles, riquísimo los pasteles de carne humana, y el resto no sé si lo recicla. 
Ese don Fermín tiene de socio servicial, en el tomo II, a Luis, el hijo de Angel Garcçia (Cabeza de Perro), un individuo aún más malvado que su padre. Las muertes que les da a don Fermín y al otro socio (uno que empezó a enriquecerse recogiendo colillas para hacer rapé; nada que ver con el maestro de Puerto Santo, que hace lo mismo, buscar colillas). La muerte de don Fermín no se la desea casi nadie ni a su enemigo. La de Prudencio, el colillero, es más simpática. La crueldad hace reir. En el caso de don Fermín, nada de risa la crueldad. Una crueldad la del joven Luis que se amansa en la contemplación de la niña que ayuda al negro. Ocho años de ayuda. Cuando la niña toma formas de mujer, Luis, el hijo del pirata, la empieza a mirar con buenos ojos. Finalmente, la niña, cuando ya tiene dieciséis años, acostumbrada a usar el cuchillo con su amigo el negro Pablo, acaba con Luis. Como se acaba con los mezquinos, miserables e hijos de puta. Sin demora. Aquí te clavo el cuchillo y aquí te dejo muerto.
Mientras tanto, Angel García está en prisión en Tenerife, donde construye una maqueta de bergantín que el libro dice que está en una iglesia de Santa Cruz dedicada a la Virgen del Carmen. Son pocas las páginas que el autor le dedica en esta parte de la obra al célebre pirata de Tenerife. El relato de su muerte, fusilado en Paso Alto, difiere del cuento que yo oía en la infancia. En la novela sor Milagros no asiste en capilla al hombre que mató a su hijo pequeño. Pero ve su muerte. Otra vez el azar y su lógica. 
Novela sin desperdicios, escrita con una ingenuidad fingida, delatora. Aparece un catalán. Apropiada la breve estancia del catalán en la novela, en relación con la actualidad española. Ayer España perdió Cuba. La situación humana y política entre la Habana de ayer y la Barcelona de hoy, son totalmente opuestas. El resultado ya se verá. No basta con denunciar a Pujol cuando te interesa. Bárcenas hizo lo mismo. Escandalizó un poco pero al poco lo dejaron callado. Rajoy sabrá lo que hace. Para eso tiene a Merkel de madrina.

Luz, otro personaje de Secretos de Cuba. Me gustaría llegar al corazón de esta mala mujer, dejar que ella cuente la historia. No creo que sea posible. O sí. Sería otra variante en la Colección Animal. ¿Cómo va la cosa, viejo?  

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