miércoles, 12 de noviembre de 2014

Unamuno que no está aquí

--Tienes que usar el bastón, porque si pisas más con un pie que con otro... --Alejandro ayer en la puerta de Librería del Cabildo.
--Eso tiene que mirárselo, maestro. Usted no puede andar así --taxista la otra noche en la plaza Weyler.
Y menos mal que la compasión en el bar de Ibrahim amainó. No están allí para apiadarse de ningún zopenco. Menos mal. En el periódico y la tele, la noticia que me interesa. El senador Monago. Una historia de amor, con desamor incluido, como debe ser. Debíamos estar contentos si pagó el amor con dinero público. Contribuir a una historia de amor es más valioso que contribuir al anillo insular o a la propaganda anti prospecciones petroleras. La gran pregunta: Turismo o petróleo, usted elige. Y ¿yo qué voy a elegir, cristiano? No estoy para turistas y el petróleo lo agradezco. Lo gasta la guagua, el coche, y el barco y ya al olor de gasolina me acostumbré, pero los molinos de viento, que se los lleven, que los desmonten. Nos venden la enfermedad los mismos que dicen defendernos de la contaminación. Mundo esquizofrénico. Mundo loco. 
Y yo cojo. ¿Y qué, mentecato? Vete con tu piedad preocupante, sádica, al centro de tu puta alma y conócete a ti mismo. A mí ya me conozco yo. Mal, pero me conozco. Mi síndrome de príncipe Ghenguis (de un cuento de Yourcenar) es que yo no lo he resuelto como lo hizo el príncipe del cuento. Él dejó el palacio y se mandó a mudar a una casa escondida en el campo. Solo, sin nadie. Prefirió el olvido a la compasión. Yo no tengo ganas de alejarme del mundanal ruido. Me alimenta el mundanal ruido. Es música. Pero si me olvidan los compasivos de mierda, los echaré de menos unos días, al menos unos días. 
Lo demás es pintura. Haber visto a Nguyen el otro día y ayer la Bacinilla Santa de Zo.0 me ha dado fiebre pictórica. Tengo que pillar el gesso. Por lo menos el gesso. 
La modelo dice mi amigo Marichal que me la busca él. 
Yo encantado. Si es como Noelia, encantado.

André sChaves dice que le quieren quitar la página del domingo. Este autor es lo más valioso de su periódico, por no decir mucho más. Un periódico con una  página 5 ahora que da un poco de grima. Las fantasías del lunes, las ignorancias del martes, las intelectualidades del miércoles, y así hasta el domingo. Como una cagada de cabra. En fin.

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